Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

viernes, 22 de abril de 2011

Semana Santa en la Zamora de los años 50's - Dr. Francisco Miranda Godínez

Semana Santa en la Zamora de los cincuenta
(Segunda parte)

Francisco Miranda Godínez
En revista Relaciones.
Estudios de Historia y Sociedad.
El Colegio de Michoacán

A doña María Luisa Fernández


El Miércoles Santo

A pesar del desarrollo de los oficios en la catedral desde el principio de la Semana, con las tinieblas y su celebración en que se cantaban los salmos penitenciales apagando una a una, a la terminación de cada uno de ellos, las velas de un candelabro al que se acercaban solemnemente con una mano negra colocada al final de una pértiga, cuando ya estaba el templo en tinieblas golpeaban con las manos los libros de canto, (sin duda para recordar la obscuridad, los temblores y los rayos que habían acompañado la muerte del Señor), el día de inicio de la Semana Santa para la ciudad era el miércoles santo y en el Calvario.

Gran promotor de la devoción al Señor de la Salud, la más zamorana de las imágenes, fue el obispo auxiliar de Zamora y luego de Morelia don Salvador Martínez Silva cuyas predicaciones eran muy concurridas, especialmente las del Calvario. Para ceremonia del descendimiento o "la bajada" se congregaba toda la ciudad y se reservaba la honra de hacerla a gentes conocidas: don José de los García Martínez, don Camerino de los García del Río o Manuel García Torres y otros zamoranos viejos.

Después del descendimiento se hacía una procesión que se iniciaba al caer la tarde y se prolongaba por las calles de la ciudad cercanas a la iglesia: Juárez, Madero, Colón y Morelos para regresar a depositar la imagen en la capilla de San Felipe, sede de la hermandad de la Santa Escuela, cuyos cofrades eran atendidos durante el año por el capellán de la iglesia, el padre Francisco Padilla, antes de que se convirtiera en parroquia en 1952. Era una hermandad penitencial de sólo varones cuyos miembros usaban túnicas rojas y disciplinas, con sede en la mencionada capilla pero que ya había desaparecido a finales de los cuarentas.

Se sacaba antes la imagen original, pero la costumbre había tenido distintas interrupciones por las leyes contrarias al culto religioso en los espacios públicos, especialmente cuando apareció en Zamora el general Joaquín Amaro y luego se estableció la reducción del culto a los templos con la Constitución de 1917 y la aplicación jacobina de las leyes por los gobiernos revolucionarios agravado el rigor en los tiempos de las guerras cristeras.

Se restableció la procesión en 1940 con el periodo presidencial del general Manuel Ávila Camacho, de grata memoria para los zamoranos por haber ayudado como jefe de armas de la ciudad a restablecer la paz después de los arreglos entre los obispos y el gobierno.

Don Manuel había sido bienquisto a la población, tanto por su actitud conciliatoria como por el fomento de los deportes, especialmente el béisbol, y el exotismo de su afición al polo, para lo cual se habilitaron los espacios frente a la catedral nueva, entre el Teatro Obrero y el Templo de San José en abandono.

Allí se ubicaba el Campo Patria, donde también aterrizaban los pequeños aeroplanos del tiempo y donde se ubicó la plaza de toros para las fiestas del primer cuarto centenario, el de los años cuarenta, y luego se celebrarían las fiestas del centenario de la Purísima, éstas directamente en la fachada de la catedral nueva.

Desde los años sesenta se ha modificado la procesión que ahora se reduce a la sola bendición con la imagen antes de conducirla a la capilla de san Felipe.

 La calle del Calvario

La calle de Hidalgo quedaba prácticamente impedida por la feria de Semana Santa que se atiborraba el miércoles con grandes cantidades de frutas de temporada, especialmente los mameyes de Taretan y Ziracuaretiro, las sandías y melones de la tierra caliente y buena dotación de cocadas y dulces, a las que se les añadían las artesanías y juguetes de los pueblos serranos y -dándole sabor zamorano- se completaban con los puestos de nieve del célebre don Melesio Hurtado, el de las tres marías (tres bolas de mantecada en distintos sabores y la imprescindible de limón que se rociaban con mermelada de fresa ) que se servían en cazuelitas de oblea. Se sentaban las familias a comerla en las bancas colocadas junto a los puestos. Los pititos de hojalata daban oportunidad a los chiquillos de aturdir a los mayores y agregarle sonido al tiempo.
 
El Jueves Santo

El ritual de la Semana Santa se dividía en tiempos y en lugares, el jueves a las 10 de la mañana se tenía la bendición de los santos óleos en la catedral y en los templos la misa de la institución en que oficialmente "se morían las campanas" y empezaban a sonar las matracas, después se hacían los monumentos al Santísimo e n los distintos templos y empezaba la visita de los mismos por las varias iglesias, se trata de: "la visita de las siete casas".

Era un recorrer la ciudad a placer con los niños que disfrutaban de la excursión para terminarla gustando la nieve de Melesio, después de visitar la catedral, el Santuario de la Virgen de Guadalupe, San Francisco, Los Dolores, la Purísima, el Sagrado Corazón y la capilla de las Adoratrices que regalaban con pan bendito y tenían un vistosísimo altar, todo oloroso a perfumes de los que fabricaba en Yurécuaro Josefina Echegollén. La visita al Calvario, inmerso en un torrente de gente, impedía incluirlo en el recorrido ordinario.

En alguna familia tradicional la suegra sacaba a las nueras jóvenes como a las tres de la tarde a ver los monumentos, y alguna de ellas recuerda que era la hora del mero calor y de la mestreno de zapatos que le apretaban como nunca, pues era costumbre el estreno. En la única parroquia, la de la Purísima, y en la catedral causaba alboroto la lavada de los pies a los apóstoles, también perdida últimamente pues ya no la quieren hacer algunos párrocos a pesar de que sobrevive en la liturgia.

El Jueves Santo era hermoso pues había gentes en todas las calles, se ponían todos su mejor ropa y en general las muchachas sus estrenos, y como sucedía que en muchas de las casas de familias numerosas se tenían niños enfermos, se ponían a la puerta a ver pasar la gente, que lo hacía hasta ya noche visitando los monumentos. Había un sermón de la institución a las 8 de la noche de ese jueves.

El Viernes Santo

El Viernes Santo era un día de sermones. Las mujeres se vestían de luto y era una profanación inclusive el baño o la música estruendosa pues eran obras sacra la que transmitían las difusoras locales y totalmente desprovista de anuncios comerciales, cosa notable en una ciudad con carga fenicia. El Viernes Santo se convocaba con la tradición y la costumbre más que con las matracas que se hicieron efectivas para sustituir las campanas hasta que se colocaron bocinas en las torres.

Había un viacrucis a las 11 de la mañana seguido del sermón de las tres caídas, entre las predicaciones notables se recuerdan las de San Francisco con el sermón de "las tres caídas" a cargo de los canónigos Vargas Cacho y Valencia Ayala en años alternativos.

A las tres de la tarde se tenía en la parroquia y en algunos templos, especialmente en el Calvario, el sermón de "las siete palabras". Se popularizó entre las muchachas ir a esa misma hora a visitar al Señor de la Salud a rezar tres credos.

En la catedral se tenían los oficios litúrgicos del día sin mayor relieve para el público en general que más bien se dejaba arrastrar al rosario de la soledad, donde se cantaban hermosos motetes de pésame para cerrarlo con el sermón que hizo célebre al padre Alejandro Leñero a quien todos iban a oírle conmovidos, mismo que repetía cada año.

El Sábado de Gloría

El sábado se abría la gloria, la misa era a las diez de la mañana, última hora para oír las matracas antes de soltar las campanas a vuelo para el canto del gloria -la gente decía que "resucitaban las campanas", terminando las angustias de los que habían sostenido la abstinencia en comidas o bebidas.

Bendecían agua y algunas personas acostumbraban llevar luz del cirio a sus casas, como una partera que salía corriendo con una veladora prendida en la catedral y cuya luz conservaba hasta el siguiente sábado de gloria.

El día era de jolgorio, una parte importante de él era la quema de los judas acompañada con música. El judas era un monigote de cuerpo entero al que algunos le ponían cuernos o lo vestían de catrín."Tronar al judas era lo zamorano, lo del baño es una tradición chilanga", según Salvador González que lo describe de esta manera:

Era un mono de cartón feo, adornado con cohetes y con un cohetón que lo despedazaba al final, de un metro de altura; se colgaban en las calles, de banqueta a banqueta. (Era un) tronar de judas por todos lados y repicar de las campanas que señalaban el fin de la Semana Santa Zamorana en la década de los cincuenta.

Lo que ha venido después

La reforma litúrgica, que coincidió con muchos cambios de costumbres o los propició, incorporó mucho de lo popular a la liturgia oficial que, del incomprensible y misterioso latín, pasó a las lenguas vernáculas. Sin embargo el pueblo ha seguido buscando una manifestación más suya en la semana santa zamorana. "

Es de la década de los sesenta la primera procesión del silencio el viernes santo y un poco más tardía la procesión de carros alegóricos del sábado santo. Las festividades tradicionales se han esfumado y sólo queda el recuerdo que las revive sin posibilidad de recuperarlas, el turismo de esos días nos ha ganado y la novelería de los chiquillos que llenaba de ruido la ciudad se ha trasladado a los centros vacacionales para dejar la ciudad a merced del calor y el aburrimiento de los que no encontraron a dónde ir por estar Camécuaro, La Estancia y Orandino saturados, y que hace suspirar a los cincuentones por aquellos tiempos, nuestros tiempos.

Imágenes:
*  El Señor de La Salud, publicado por Thezam en skyscrapercity.
*  Jesucristo encandenado, publicado por Thezam en skyscrapercity.
*  El Señor de La Salud, publicado por Thezam en skyscrapercity.
*  Balaustrada del templo de El Calvario, publicado por Hiramindie en skyscrapercity.
Caída de Jesucristo, publicado por Thezam en skyscrapercity.
*  Virgen La Dolorosa, publicado por Thezam en skyscrapercity.
*  La Santa Cruz, publicado por Thezam en skyscrapercity.

 Todas las imágenes, muy veneradas en Zamora durante Semana Santa desde hace muchos años, fueron captadas en una reciente Procesión del Silencio.

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