Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

lunes, 7 de marzo de 2011

Teatro Obrero en Zamora

Nota:
En este blog he publicado, íntegros y textuales, los artículos originalmente incluidos en la revista Entorno de Ingenieros y Arquitectos de Zamora al inicio de la década de los años '90 del siglo pasado. También he respetado las fotografías tal como se publicaron para completar el testimonio de lo que fue ese esfuerzo editorial durante alrededor de 4 años y 35 números publicados.
               El artículo acerca del Teatro Obrero de Zamora, que reproduzco a continuación, adquirió un carácter de denuncia debido a las deplorables condiciones en que se encontraba el inmueble en esa época. Con la misma intención de recuperar a través de aquella experiencia editorial el valor de los documentos publicados, incluyo en esta entrada del blog la información, tal como se publico en Entorno en su momento y circunstancia:



Desde 1883 las autoridades municipales de Zamora, Morelia y México, la Iglesia local, conducida por su tercer obispo, el Ilmo. señor José Othón Núñez y Zárate, entre 1909 y 1922, emprendió la tarea de construir un teatro. El mismo formaba parte de un proyecto más complejo, el Centro Recreativo de Obreros Católicos, cuyo amplio edificio estaba llamado a ser, según el obispo Núñez, “el Alma Mater del pueblo zamorano”.

El Centro estaba formado por varios salones y salas destinadas a juegos de billares, ajedrez, dominó, biblioteca, sala de lectura y archivo, además de las necesarias oficinas. En el centro se ubicaba el teatro, mientras que el segundo patio iba a ser destinado a juego de pelota y el tercer patio a boliches, gimnasio y alberca. La fundación del Centro se realizó el 2 de febrero de 1910, a las cinco de la tarde. La bendición de la primera piedra se hizo en la puerta principal de la catedral nueva y luego dicha piedra se colocó en el cimiento de una de las columnas que iban a levantarse en la fachada del edificio.

Si bien el escenario único y el auditorio estable son considerados disposiciones romanas, que los italianos conocieron debido a los libros de Vitrubio, la historia del teatro, tal como lo conocemos, comenzó en el Renacimiento, con el cambio de los escenarios múltiples al escenario único -como señala Pevsner- y de un auditorio deambulante a un auditorio fijo. El Teatro Obrero tiene forma de herradura, modelo usado en el Teatro de los Santos Juan y Pablo en Venecia, en su remodelación de 1654 y que se repite en otro ejemplo cargado de prestigio en la historia de esta tipología arquitectónica, la Scala de Milán, construida en 1776-1778.

El estilo que se eligió para dicha fachada fue el neoclásico de orden monumental, con cuatro pares de columnas y pilastras de orden corintio, que conforman el pórtico con tres puertas de acceso, rematado por un cornisamento corrido; mientras que en los dos cuerpos laterales el remate es un cornisamento abalaustrado y en el paño mural se abrían doce ventanas (ahora son diez y dos puertas) rematadas con frontones triangulados y curvos en pares alternados.

Es posible que el modelo para esta construcción haya sido el Teatro Santa Ana (o Vergara o Nacional o Imperial) de la ciudad de México, destruido en el año 1900 para abrir la calle 5 de mayo y cuyo perfil era muy conocido por los grabados que se realizaron en la época.

Es opinión generalizada, que no se ha podido comprobar, que el diseño de la obra se debió a José Dolores Sánchez (autor del diseño de El Sagrado Corazón) y que Jesús Hernández Segura dirigió la obra. En tres años se terminó la construcción, pues fue inaugurada el 19 de enero de 1913, con ocasión de celebrarse la II Gran Dieta de la Confederación de Círculos de Obreros Católicos, que tuvo lugar en Zamora del 19 al 23 de enero de ese año.

El teatro está ubicado en un terreno que originalmente tenía una extensión de 17 hectáreas, conocido como Los Lotes, y que albergaba a la catedral nueva y a la iglesia de San José. Este terreno era propiedad de la Iglesia, y por lo tanto la propiedad fue enajenada al Ayuntamiento, en favor de la Junta de Mejoras Materiales, en 1942, con el fin de obtener recursos para llevar a cabo las obras de conservación del drenaje y del pavimento de la ciudad.

Es historia conocida que el edificio se convirtió en el Cine Virrey, pues con esa finalidad fue rentado durante muchos años. Ese es el principio del fin, pues la explotación a ultranza del espacio rentado sin la necesaria inversión en mantenimiento, así como la falta de vigilancia por parte de las autoridades de un edificio que es propiedad de la comunidad, provocaron su deterioro.

En 1989 un grupo de ciudadanos interesados en recuperar el Teatro Obrero promovió la formación de un patronato que tuviera como finalidad la restauración de este monumento histórico-artístico de la ciudad. Sin embargo, lo que sucedió tuvo el resultado contrario. Lo que estaba en muy mal estado de conservación, hoy parece encontrarse perdido. ¿Qué pasó? ¿Bajo qué proyecto se trabajó en ese momento? ¿El proyecto fue el resultado de un concurso? ¿Quién fue el arquitecto responsable de la obra? ¿Con qué presupuesto contaba? ¿Tenía permisos necesarios? (en este caso es el Instituto Nacional de Bellas Artes -INBA- el que tiene que intervenir por ser obra posterior al 1900).

¿Qué pasó con el techo, que hasta ese momento se veía con gran deterioro, pero que al quitarse dejó a merced de la intemperie a la estructura que había sobrevivido? ¿Ese techo se quitó o se cayó? Si así sucedió, ¿por qué fue? Estas y muchas preguntas más son las que nos hacemos quienes vemos el deterioro constante del Teatro Obrero. Estas y muchas preguntas más son las que requieren una respuesta directa y valiente de parte de los responsables.

Es vox populi que el Comité de Participación Ciudadana ha dado dinero para el Teatro. ¿Cuánto es? ¿Qué otra parte dará el municipio? ¿Quién se hará cargo de la obra? ¿Habrá un concurso para su adjudicación? La comunidad zamorana cada vez es más responsable y participativa. Sabemos que tenemos un patrimonio y que es nuestra responsabilidad el mantenerlo. Dialoguemos: el silencio es para los cementerios.

(Este texto fue publicado originalmente en la revista Entorno de Ingienieros y Arquitectos de Zamora, A.C. y sintetiza un capítulo del "Catálogo del Patrimonio Arquitectónico del Bajío Zamorano. Primera Parte: La ciudad de Zamora", de la doctora Nelly Sigaut, profesora-investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán. Las extraordinarias fotografías que ilustran los reportajes gráficos de Entorno son de Alberto Vázquez Cholico).

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