Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

martes, 29 de marzo de 2011

Réquiem por Alfredo Peña Ramos de Ario de Rayón, Michoacán, Primera Parte - Amparo Solís Barragán

En su primer aniversario luctuoso

* Ex veterano de guerra * Impulsor del beisbol en Ario y también de los coros parroquiales

 AMPARO SOLÍS BARRAGÁN

ARIO DE RAYÓN, 25 de marzo de 2011.— Hoy se cumple un año de la partida de este mundo de Alfredo Peña Ramos, quien falleció a la edad de 84 años, después de sufrir fuertes dolores causados por el cáncer que padecía desde hacía más o menos 4 años, falleció en su tierra natal Ario de Rayón “Alfredito”, como muchos lo llamábamos; quizá por su sencillez y alegría de niño.

Sus restos fueron velados en la capilla de Jardín de la Esperanza, en Zamora, y a las 11:30 de la mañana del Viernes de Dolores, se celebró una misa de cuerpo presente en la parroquia de Santa Mónica, en Ario, en la que concelebraron su cuñado el sacerdote salesiano Alejandro Gómez, el Pbro. Herminio Hernández y el Pbro. Jesús Barragán Bueno (Chuchín).

UN POCO DE HISTORIA

Hace aproximadamente unos 15 años, Alfredo Peña llegó a mi humilde casa con un pastel, mi hermana Lucía quien cantaba en su coro de niños cumplía años, y junto con otras compañeras se presentó ahí para festejarla: “Hay que motivar a los niños para que participen en los coros”, decía.

Yo escuchaba hablar de él y lo veía en misa, pero no había tenido la oportunidad de conocerlo de cerca, se me hacía un personaje “extranjero” por su acento al hablar pero, al transcribir la entrevista que le hizo el subdirector de GUIA, que fue publicada en 1996, lo ubiqué más como un personaje sobresaliente de mi pueblo.

Hace unos 10 años, al integrarme al equipo de liturgia, empezamos a tener más contacto y hasta llegó a invitarme a participar en su coro, “jovencita, debes venir a ayudarnos a cantar, hacen falta voces”, me dijo una vez.

Yo le decía que habría que hacer otro coro entre la primera y la tercera edad, porque yo no encajaba en ninguno y soltaba tremenda carcajada.

Él seguía insistiendo en que fuera a cantar, como no coincidíamos en el horario para el ensayo, era tanto su interés que en una ocasión me prestó unas hojas escritas con la letra y un casete en el que grabó la tonada de los cantos que usaría un sábado por la noche, “para que tú ensayes solita”. No tuve otra alternativa que acudir a cantar, para complacerlo, pero yo sabía que tenía suficientes voces y muy buenas.

EX VETERANO DE GUERRA

Nacido en Ario el 10 de febrero de 1926, Alfredo Peña fue llevado muy pequeño a Estados Unidos, allá vivió varios de sus productivos años. El día 31 de julio de 1944, entró en el ejército para participar en la II Guerra Mundial, y como a todos los que quedan vivos en estos enfrentamientos le afectó tremendamente esta experiencia de guerra, historia que se publicó en GUIA (el 3 de noviembre de 1996).

IMPULSOR DEL DEPORTE

Cuando estuvo en Estados Unidos perteneció a un grupo de apoyo de matrimonios que se llamaba Santo Nombre, y al regresar a vivir por una temporada a su pueblo natal, en el año de 1958, le mandaron uniformes de basquet, balones, guantes de box, juegos de mesa; luego la iglesia le mandó 100 dólares con los que mandó hacer una mesa de ping pong.

Le prestaron un lugar junto a la tenencia de Ario, hizo un club y junto con los beisbolistas de ese tiempo formó el equipo de “Los Cardenales”, manejado por Rodolfo Bueno. Equipo que hasta la fecha continúa, ahora con el nombre de Cardenales de Ario, no con sus mismos integrantes, pero sí surgidos de las mismas familias.

En las imágenes (de arriba hacia abajo):
 * Alfredo bajo la sombra de sus obras.
*  Coro en la misa de cuerpo presente.
*  Familia de Alfredo con sus cenizas.

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