Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

lunes, 16 de enero de 2012

Doña Armida de la Vara - De lo Cotidiano - Primavera zamorana en pleno invierno

Primavera zamorana en pleno invierno
Parece increíble que aún estemos en invierno. Cronológicamente, éste se prolonga hasta el 21 de marzo, cuando en los países europeos eclata la primavera, esa primavera prácticamente instalada en Zamora desde hace más de un mes.

Hace calorcito a medio día, aire estremecedor por aquello de "febrero loco... marzo otro poco", y un frío sabroso en las madrugadas. Todavía (¡aleluya!) no hay mosquitos que nos desvelen aunque ya empiezan las moscas a puntear puertas, redes y ventanas. Todavía, para extinguidas, basta matamoscas normal, de esos manuales de plástico de colores. Ya veremos más adelante...

Eso sí, las hormigas ya casi acabaron con mi durazno en floración, un durazno nacido de un hueso que ocasionalmente quedó semienterrado por ahí. Ya procuraré –"a niño ahogado pozo tapado"– echar en la boca de! hormiguero unas cuantas gotas de disel, según la última receta obtenida en circunstancial conversación.

Por otra parte, los grillos empiezan a insinuar su cantinela intermi­nable y las ranitas verdes comienzan a sorprendemos a fuerza de repen­tinos saltos y encontronazos. Toda una fauna diminuta nos dice que sí, que ha llegado la primavera.

Los jardines zamoranos también nos la anuncian a gritos, es decir, a fuerza de flores. Flores perfectas como las rosas, cuyos pétalos forman la arquitectura más armoniosa que darse pueda; el erguido tulipán (que en mi tierra se llama obelisco), el variado color de los laureles que aunque para mí es una flor funeraria, son una oportunidad de llenarse los ojos de color, las motas de los geranios, el rosado de los almendros y el lila aristocrático de las flores del árbol de orquídeas, tan frecuente en las calles que son blanco fácil de niños depredadores.

Recuerdo, a propósito de esto, que desde la primaria nos enseñaron a cuidar cada arbolito, cada planta, cada brote verde. No en vano pasé mi infancia en pleno desierto. Recuerdo también que todos los días cantába­mos en la escuela:

Cantemos al árbol
que voy a plantar,
si Dios lo protege
del fuego y del viento,
salud y riqueza dará,
salud y riqueza dará

Y nos esmerábamos cuidándolo, celebrando cada retoño como algo muy entrañable y nuestro. Ojalá en las escuelas hicieran conscientes a los niños de que los árboles son nuestros hermanos, nuestros benefacto­res, que nos llenan la vida de color y alegría.

Zamora, Mich., el 26 de febrero de 1985,
día de san Néstor.






"De lo cotidiano" es un libro publicado en 1997 por El Colegio de Michoacán y el Semanario Regional Independiente Guía. Su edición estuvo al cuidado del doctor Herón Pérez Martínez. La corrección de estilo corrió a cargo de Luis Verduzco y la composición tipográfica es de la señora Aurora del Río Macías. Las fotografías del libro son creación de Alberto Vázquez Cholico.


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