Su nombre “de pila” es Jacona y su apellido es “de Plancarte” en memoria de don Antonio Plancarte y Labastida, quien fue cura de la Villa de las Flores a los 27 años de edad, desde el año 1867, y hasta que cumplió 15 años en ese cargo. La obra de Antonio Plancarte trascendió el ámbito religioso porque promovió el crecimiento y desarrollo de Jacona, como sociedad.
Entre otras obras, fundó un colegio para niñas al que llamó Colegio de la Purísima Concepción, en honor a la Virgen de la Raíz, ahora Virgen de La Esperanza, desde entonces fervientemente venerada por los jaconenses. Para albergar a esa institución educativa promovió la construcción de lo que actualmente es el Palacio Municipal de Jacona.
El 8 de septiembre de 1967, entonces fiesta principal de Nuestra Señora de la Raíz, el padre Plancarte comenzó a arreglar unos derruidos cuartos cerca del Santuario de la Virgen, llamados Casa de Ejercicios, “y que tal vez en tiempos remotos sirvieron para ese piadoso fin o para ello se hicieron, pero habían ido poco a poco deteriorándose a tal grado, que de nada servían”.
En dos meses tanto se adelantaron las obras, que ya se pudo abrir el 12 de noviembre, cuando se inauguró solemnemente, y se terminaron los trabajos el 12 de diciembre de ese mismo año. Una maestra de nombre Rita Navarrete y 17 alumnas tomaron posesión del Colegio.
En la biografía del padre Antonio Plancarte y Navarrete, escrita por Francisco Plancarte y Labastida, se asienta que en el año 1872 “el edificio del colegio se aumentó, para poder contener el crecido número de alumnas que se presentaban”.
Más adelante, citado textualmente del diario de Antonio Plancarte, nos encontramos otra referencia al inmueble: “Después de mil prisas y fatigas, logré que la casa de altos quedara concluida y amueblada de todo a todo el viernes 12 de noviembre de 1875, día en que hacía 8 años se había inaugurado el Colegio de la Purísima Concepción”.
Finalmente, en 1889, al ser destituido como cura de Jacona y antes de pasar sus obras a la ciudad de México, el padre Plancarte vendió el edificio a su tío, el Excelentísimo señor don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, quien lo obsequió para que fuera casa de reposo del obispo de Zamora. El 2 de abril de 1889 escribe don Antonio a su administrador Mauricio Beauchery: “... la presente tiene por: objeto manifestar a usted que he dejado de ser dueño del Colegio de la Purísima Concepción, sito en Jacona, el cual puede usted poner a disposición de la persona que designe el Ilmo. Sr. Obispo de Zamora, Dr. D. José María Cázarez y Martínez...”
Desde entonces, los jaconenses conocieron al inmueble como «el obispado», hasta que fue expropiado por el Gobierno Federal y destinado a ser Palacio Municipal de Jacona, función que, cuando no está «tomado», cumple actualmente.
En la última fotografía, el Colegio de Santa María Oscott, cerca de Birmingham, en Inglaterra, en donde el joven Antonio Plancarte realizó sus estudios. Cualquier semejanza entre este edificio y el Palacio Municipal de Jacona, guardadas las distancias, desde luego, no son, como es evidente, «una mera coincidencia».
Este texto fue publicado originalmente en la revista Entorno de Ingenieros y Arquitectos de Zamota, y se redactó con material documental proporcionado por el doctor Martín Sánchez Rodríguez, entonces cronista oficial de la ciudad de Jacona de Plancarte. Las fotografías originales son de Alberto Vázquez Cholico.
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