Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La Estación del Ferrocarril en Zamora, Michoacán

Portada de la revista Entorno No, 11, publicada en agosto de 1991.
Fotografía de Alberto Vázquez Cholico,

El siglo XIX introdujo enormes cambios que revolucionaron el perfil del mundo; de los más trascendentes fue el ferrocarril, uno de cuyos primeros ejemplos fue el que recorría el tramo Liverpool-Manchester, que se inauguró el 15 de septiembre de 1830. Alrededor de esta última década, los países involucrados en la revolución industrial comenzaron a construir también sus redes ferroviarias: Estados Unidos (1829); Francia (1831); Bélgica y Alemania (1835); Austria y Rusia (1837); Italia y Holanda (1839). Pero no tardaron mucho en extenderse hacia otros países menos desarrollados, pero de los cuales necesitaban extraer materias primas: Inglaterra llevó la vanguardia en sus colonias formales e informales.

Íntimamente asociada con el ferrocarril, surgió una de las más interesantes tipologías arquitectónicas del siglo pasado: la estación. La primera se construyó en Inglaterra y fue la de Liverpool Road, en Manchester. Era una estación muy modesta: una construcción de cinco vanos y dos pisos, con los raíles cubiertos por un techo de madera(1). Esta solución fue la más frecuente durante los primeros años, luego el tipo arquitectónico fue evolucionando hacia enormes Construcciones que adoptaron diferentes partidos formales, pero que sin duda modificaron el perfil urbano decimonónico.

Fotografía de Jaime Cristóbal López.

Desde 1857 en que se concretó la concesión definitiva a la empresa Ferrocarril Central Mexicano, para el tendido de las vías férreas en el país, “quedó estipulado ante el gobierno liberal que correspondía a las compañías concesionarias la edificación y mantenimiento de las estaciones de paso y terminales”. El desarrollo del ferrocarril fue muy rápido, pues estos caminos de fierro, agilizaban el intercambio comercial nacional e internacional, el traslado de materias primas y productos agropecuarios desde los centros productores hasta los consumidores y/o exportadores.

La región de Zamora se fortaleció económicamente durante el Porfiriato y tanto por sí misma como por ser lazo de unión con otras regiones productoras, alcanzó relativamente pronto los beneficios del ferrocarril. Desde 1897 por lo menos, el ex-cura de Jacona y Abad de la Basílica de Guadalupe, Antonio Plancarte, había ofrecido a la empresa del ferrocarril, el terreno necesario para la construcción de la estación, en las inmediaciones de Jacona y así ambas poblaciones podrían disfrutar de este beneficio, pero esta propuesta no se concretó.

Tranvía de mulitas entre Zamora y Jacona, obra del cura de Jacona
don Antonio Plancarte y Labastida.

Este proyecto de Plancarte tuvo como corolario el que las vías del tranvía Zamora-Jacona (no hay que olvidar que él mismo había creado esta empresa) se prolongaran hasta la estación del Ferrocarril Central Mexicano. Esta inauguración se realizó ya en nuestro siglo, el 19 de julio de 1900.

Inauguración del tren en Zamora.

Al decir de Luis González “a finales del siglo y a comienzos del obispado de Fernández, tuvo lugar un magno acontecimiento que violó en forma rotunda a la enclaustrada y levítica Zamora: en 1899 llegó el ferrocarril”. En efecto, a pesar de que el 10 de junio de 1899 llegó la primera locomotora al Jericó, el proyecto todavía no culminaba, pues el periódico “El Publicador” en su edición del 18 de junio de ese año, publicó un artículo que situaba a la mencionada locomotora “cerca del sitio en que se echan los cimientos, en los cuales ha de estribar el hermoso edificio de la estación de Zamora”. Sin embargo, el ramal Yurécuaro-Zamora no se inauguró sino hasta unos días después, el 1 de julio de 1899.

Uno de los primeros trenes que llegaron a Zamora.

Es posible que para ese momento ya se hubiera terminado la estación, pues es una construcción muy sencilla, sin demasiadas complicaciones arquitectónicas, que responde con simplicidad a la función que debe desempeñar. Es un edificio con las características típicas de la estación de paso, tanto en su forma, que al alinearse a lo largo del andén exige dos fachadas principales, así como su funcionamiento que proviene -como ya se ha dicho- de un programa arquitectónico bien definido para este tipo de construcciones.

Fotografía de Ricardo Cruz.

(Texto publicado originalmente en la revista Entorno, de Ingenieros y Arquitectos de Zamora, A.C., con con la autoría de la doctora Nelly Sigaut, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán, y con datos aportados en su libro Catálogo Arquitectónico del Bajío Zamorano, Primera Parte: la Ciudad de Zamora, publicado por el propio ColMich.).

Actualmente la antigua estación del ferrocarril alberga el Museo de la Ciudad de Zamora.
Fotografía de Ricardo Cruz.

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