Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

lunes, 27 de junio de 2011

José María Cázarez y Martínez - Datos biográficos IV - Dr. Carlos Herrejón Peredo

El cronista García Urbizu
así pinta la personalidad del señor Cázares:

“Respetuoso, afable y atrayente, circunspecto envuelta su personalidad en un ambiente de miramiento y de nobleza; siempre oportuno y enérgico en sus disposiciones, no se desparramaba en expresiones vanas, ni atendía a vanidades decorativas. Nunca las palabras tuvieron tanto significado tan preciso como en su boca.

De mirada profunda como su talento. Sabía escuchar y decir las cosas en su punto y razón. De ciencia lógica contundente. Su porte y su casa eran modestos, su gusto se concentraba en los libros de su vasta y selecta biblioteca y sobre todo con textos latinos, que eran su único lujo. Nadie creerá, según algunos pintan la adustez del Ilmo. Sr. Cázares, que le encantaba verse rodeado de niños y también en momentos oportunos era chancero”.
Alfredo Maillefert brinda un detalle significativo: “Era afable y tenía un gran dominio de sí. Había resistido una dolorosa operación quirúrgica sin anestesia, leyendo un libro”.

Un juicio de la esfera pública y oficial:

“Prelado celoso y diligente que goza de juntas simpatías entre sus diocesanos… Ciudadano verdaderamente virtuoso ajeno a la política, austero consigo mismo, liberal y caritativo con sus semejantes…Ha pasado setenta años de su vida haciendo el bien, practicando la virtud, huyendo los honores, ardiendo en caridad por sus semejantes.

El licenciado Francisco Pascual García
se expresó de esta forma:

“Fue un carácter, y no como quiera, sino un gran carácter. A su talento claro y profundo como pocos, a su ciencia teológica, jurídica y filosófica, nada común; a su lógica contundente, reunía una serenidad cristiana y una firmeza apostólica y pastoral, inexorable como ninguna…Para él no había más sistema que la ley de Dios y los cánones de la Iglesia”.

El padre Agustín Magaña:

“La  grandeza del obispo Cázares está en que se propuso evangelizar profundamente a su grey, y lo consiguió”.

Heroicamente continuó su trabajo pastoral sin detenerlo ni el agotamiento ni la enfermedad. El 23 de febrero de 1909 salió de Zamora a realizar lo que sería su postrera jornada episcopal. Hizo la visita en Ecuandureo, siguió hacia la Hacienda de la Noria y luego a Churintzio y Zináparo, donde se agravó su enfermedad; el 23 de marzo fue trasladado a Guadalajara, Jalisco, donde falleció el 31 de marzo.  He aquí tres testimonios del final de esta vida:

“El muy ilustre enfermo conservó su serenidad acostumbrada; conocida su gravedad, pidió los últimos sacramentos… el insigne Prelado respondía pausadamente y con fervor las preces litúrgicas; inspirado por su humildad pidió perdón a los presentes; una hora antes de entrar en agonía pidió la santa absolución y a las cuatro y diez minutos de la tarde… le llevó el Señor a la región de la tranquila paz, con el tesoro inmenso de una vida consagrada a Dios…pasada en el cumplimiento del deber”.

“Murió pobre, como había vivido, cediendo su tercia episcopal para varias obras, principalmente para la construcción de la Catedral Nueva. Había dado orden terminante al Tesorero, Sr. Novoa, que sólo le pasara cien pesos mensuales, y para que le alcanzaran, se privaba voluntariamente de muchas cosas; él mismo les daba “bola” a sus zapatos y vestía ropa interior de manta. Sus muebles y su alimentación eran de sobriedad extrema”.

“Su rica personalidad tenía distintas tonalidades, pues no obstante ser de recio carácter y vida austera y sobria, supo brindar su ternura a los pobres y a los niños, con éstos, dulce y cariñoso hasta cogerlos en brazos como lo hace un padre con sus hijos.

Mientras por otra parte la alta estima que tenía de la misión pastoral y el ardiente deseo de que el clero de su diócesis observase una conducta ejemplar, le hizo castigar con energía y mostrarse severo con quienes en alguna forma descuidaban sus deberes…su figura firme, segura, recia y exigente al mismo tiempo que dulce y paternal no podrá encerrarse en unas cuentas líneas; desde su franca y decidida actuación cristiana al exponer su vida por defender a unos, “porque amaba la justicia y aborrecía la iniquidad” hasta su muerte apacible y serena; sin temores ni aspavientos donde su voz que se extinguía señalaba el momento decisivo diciendo: “Ya es hora, absuélvanme todos”.

La imagen fue tomada de la página web de la congregación Hermanas de los pobres, Siervas del sagrado Corazón: www.hpssc.org.mx

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HERMOSO EJEMPLO DE FE Y TRABAJO POR LA EDUCACION DE LOS NIÑOS Y JOVENES EN MEXICO.

Anónimo dijo...

A TODOS LOS CRISTIANOS DE MEXICO Y DEL MUNDO LOS INVITO A UNIRSE EN ORACION POR LA CANONIZACION DE MONS. CAZARES.

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