El
pasado Miércoles de Ceniza, 22 de febrero, se llevó a cabo en esta comunidad el
“Reclamo del Toro”.
La fiesta
se desarrolla con la participación de una familia que se hace cargo del “Toro
de harina” y de los habitantes del pueblo que gustan y colaboran con alegría del
festejo. Este
año, está a cargo la familia Aceves Solís.
Regularmente
el toro es llevado a la Jefatura de Tenencia, de donde sale al son de las notas
musicales de una banda de viento y es paseado por la plaza principal para luego
dirigirse al domicilio de la persona que se encarga de su cuidado.
Para
saber más de esta tradición, acudí al señor Patricio Ramos Quiroz, quien fungió
como juez de la ceremonia del reclamo por varios años.
Don Ticho Ramos
Él nos
cuenta lo siguiente:
“Cuando
el Reclamo, se pone una mesa afuera de la casa de quien tiene el toro y las
muchachas andan arrimando a los hombres o mujeres para multarlos con una
pequeña cuota para ayuda del pago de la música. Ya ahorita no lo reclaman ni
nada, sólo lo llevan a la Tenencia”.
Recuerda
que desde que era chico se hacía esta fiesta y menciona a algunas personas que fueron
impulsoras de la tradición.
Nos
dijo, además, que el toro siempre pasaba por casa de don Pancho del Río y luego
con Virgen del Río. Al llegar a allí les regalaban agua fresca, pan y bolis.
Comenta
que a él le gusta mucho esta tradición y en sus buenos tiempos compraba un
bulto de harina para repartir entre sus hijos, ya que todos participaban de la
tradición.
Aconseja
a los jóvenes que “echen harina pero no peleen y que cooperen para la música, ya que hasta los hombres serios
bailan en esta fiesta”.
Historia
del toro de harina
Desde
mediados del año 1800, siendo don Eleuterio Hilario el último apoderado de la
tribu indígena fundadora de Ario, se celebra cada Domingo de Resurrección esta festividad.
A
finales del siglo pasado participaban en la organización con mucho entusiasmo
don Eleuterio Hilario, don Francisco del Río Sánchez, doña Jovita Hilario, doña
Carmen Hilario de Ochoa y las últimas sobrevivientes que eran doña María
Guadalupe García, viuda de Hilario y María Guadalupe Mendoza de Amezcua, conocida
con el sobrenombre de “La Pitaya”.
Antecedentes
Se
cuenta que a cierta persona se le perdió un toro, hijo de la vaca “Sicuita”, y
el dueño lo buscó sin encontrarlo. Al poco tiempo, el animal bajó solo al monte,
de ahí su nombre de “Solovino”, y otra persona lo tomó como propio; pero el dueño
lo reconoció y lo reclamó presentando la patente de ganado que lo acreditaba
como de su propiedad, y el que se había adueñado del animal fue a esconderlo al cerro para que no se lo
quitaran. El dueño lo buscó, llamándolo con clarines y caracoles; al
encontrarlo, de gusto lo pasea con música por todo el pueblo. A toda la gente
que lo acompaña le ofrece bastante vino.
Actualmente,
la multitud se enharina la cara y muestra su alegría bailando detrás de la
banda de música arrojándose confeti y serpentinas multicolores.
En
1956, siendo jefe de tenencia don José Dolores Cano, a sugerencia del señor
Daniel Béjar Pérez se elaboró un documento para darle legalidad al “Reclamo del
Toro”.
Cada
año se repite la comparsa y generalmente el señor Patricio Ramos Quiroz fungía
como juez.
Al toro
lo depositan en el corral de una persona previamente seleccionada, como un
reconocimiento a su labor en pro del desarrollo de la comunidad.
Esta costumbre se considera sobrepuesta por los conquistadores a alguna actividad de los primeros pobladores.
Anteriormente
eran los ganaderos, en su mayoría, las personas encargadas del arreglo del toro
y el gasto que incluía la música, el “agua del toro” y el reparto de harina
para que todos los pobladores participaran sin ningún costo económico.
Por
falta de información se ha dejado de hacer la celebración de la manera
acostumbrada, en cuanto al reclamo del toro. Sin embargo, año con año el
Miércoles de Ceniza se lleva a cabo “el reclamo” y el Domingo de Pascua la
celebración en grande del Toro de Harina.
Desde
temprana hora del día se esconde la estructura del toro en el cerro “La
Cofradía” y entre dos y tres de la tarde la gente sube a buscarlo junto con la
banda de música. El que lo encuentra es el primero en cargarlo y bajarlo
bailando para iniciar un recorrido por varias colonias del pueblo por lo menos
durante cuatro horas.
El toro
Es de estructura
metálica en forma de toro, forrada con cartón y arreglada con flores de papel
multicolor, además de la marca de hierro que lo identifica como propiedad de un
ganadero. En años recientes ha sido acompañada de una réplica en pequeño para
que los niños del pueblo también puedan cargarlo y bailar al son de la música.
Esta
tradición necesita de su promoción y ahondar en sus orígenes para conservarla y
que trascienda a las nuevas generaciones que poco saben pero mucho participan de
ella. Es otro de los retos de la Asociación Civil al Rescate del Patrimonio
Histórico de Ario de Rayón, Michoacán.
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