Jesús Tapia Santamaría
El Colegio de Michoacán
Así, en el transcurso del siglo XIX, al mismo tiempo que son
liquidados los últimos restos de la clase terrateniente del siglo precedente,
aparece en la región un grupo social que se perfila como una burguesía
progresista y modernizante, celosa de su autonomía respecto de la
administración central del estado, guardiana intransigente de la integridad de
su fe y conservadora de la pureza de sus costumbres cristianas.
En efecto, si pruebas faltan, la introducción de los signos
del progreso en la región tiene lugar entre 1854 y 1920, Y se debe, en gran
parte, a la iniciativa de clérigos y de otros miembros ilustrados de las
familias de hacendados y comerciantes: la primera imprenta (1854), tranvías
(1879), telégrafo (1884), fonógrafo (1893), cinematógrafo (1895), la luz eléctrica
(1897), conducción de agua potable a la ciudad de Zamora (1898), ferrocarril
(1899), mercado municipal de Zamora (1910), primer banco (1902), primer
automóvil, un Renault (1904), teléfonos urbanos (1907), radio (1920).
Otros signos del progreso regional: obras hidráulicas,
caminos, carreteras, autotransportes, radiodifusoras y televisión se sucederán
de 1930 a 1956; su introducción en la región se deberá ~ la iniciativa de la
administración federal y de miembros de las familias que sobrevivieron a la
reforma agraria.
La lista completa de las personas que se sucedieron en la
ocupación de los puestos de administración civil en todo el Distrito de Zamora
nos permitiría constatar con cuánta continuidad este grupo social concentró
entre los miembros de sus familias los puestos de autoridad civil, y determinar
la importancia de este recurso en la preservación de su autonomía regional.
En todo caso, los datos disponibles indican que el desempeño
de cargos públicos por parte de miembros de estas familias, no implicaba la
suficiencia financiera del ayuntamiento, y que, por otra parte, estas familias
eran suficientemente solventes para el sostenimiento de obras de subsidio y de
suplencia de la administración pública, en aquello que convenía a sus
intereses, de destituir autoridades locales que les contravenían y de intentar
incluso su emancipación respecto del estado de Michoacán para constituir una
nueva entidad estatal cuya cabecera habría de ser Zamora.
He aquí dos casos. En la semana santa de 1874 el prefecto
Ignacio Rendón pretendió hacer valer su autoridad para impedir la procesión del
Vía Crucis por las calles, tal como se acostumbraba. El pueblo se amotinó,
destituyó al prefecto político y en su lugar nombró al doctor José Dolores
Méndez Garibay, miembro de una de las familias ricas de la ciudad; él había
sido Ministro del Supremo Tribunal de Michoacán bajo el 11 imperio.168
Pocos días más tarde se presentó el general Prisciliano Flores al mando de
doscientos soldados de infantería y cincuenta de caballería para restablecer el
orden.169
El otro caso se refiere al intento de los vecinos de Zamora
de separarse del estado de Michoacán. La iniciativa se remonta al año 1846, Y
se le atribuye a don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, originario de
Zamora y futuro arzobispo de Puebla. Don Pelagio habría de convertirse en
"un imperialista irredento y un fiel seguidor de Pío IX (el papa intolerante
y antiliberal)".170
Propuesta su idea cuando era diputado a la Junta
Departamental de Michoacán, maduraría durante más de treinta años, hasta que el
13 de noviembre de 1872 quedará definitivamente instalada la unión para luchar
por la separación de un territorio de Michoacán y para la formación de un
estado nuevo cuya capital habría de ser Zamora.
Este nuevo estado habría de comprender todo el occidente de
Michoacán, del Lerma al Pacífico, incluido Colima al suroeste y Ario de Rosales
al sureste; en 1889, precedidas de la simpatía del expresidente Manuel
González, fueron presentadas al Congreso de la Unión las actas de adhesión de
todos los municipios que lo formarían.
Las firmas que calzan las actas y las de quienes forman el
comité de presentación de los documentos pertenecen a miembros de las familias
notables de Zamora. El presidente Díaz, sin embargo, en el comienzo mismo de la
"paz porfírica" fue adverso a la vieja iniciativa del arzobispo
Labastida, quien celebraba entonces su tercer jubileo sacerdotal.
Puesto en plan conciliador "el jefe del liberalismo
mexicano, el presidente Díaz, en busca del favor del jefe más conspicuo de los
conservadores, le mandó al arzobispo un regalito que, según el padre Cuevas,
fue un báculo de carey y plata dorada".171 Y enseguida el mismo
presidente Díaz mandó a Zamora un regimiento de zapadores para que cambiaran el
cauce del río Duero y la ciudad se viera libre de inundaciones. El río Nuevo,
como también se llama vulgarmente desde entonces quedo terminado en agosto de
1891.172 Ocho años después el ferrocarril haría su entrada a la
estación de Zamora.
168. VALENCIA A.,
F. op.eit. 18.
169. RODRIGUEZ
Z., A. op.cit. 737;
170. GONZALEZ,
L. 1981: 220.
171: GONZALEZ, L./oe.eit.
172. RODRIGUEZ
Z., A. op.eit., 734-736. 850.
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