En el último ejemplar de la hojita parroquial Guía, de agosto de 1952, se le agregó a la Censura de Películas una cita del Cardenal de Rosario, Argentina: “La sensualidad es como una inundación de inmoralidad que casi ya no inquieta a las conciencias. Al cine… se debe en gran parte el aumento de la sensualidad, que es una de las causas de la relajación actual de la sociedad”.
De las 12 películas consignadas en esa ocasión, ninguna se consideró en clasificación “A”; seis, la mitad, fueron consideradas como “B-1”; tres, una cuarta parte, se clasificaron como “B-2”; una, por cierto llamada “Dicen que soy Comunista”, se mereció un “B-3”, y otra más resultó con “C-1”, se llama “El Amor no es Ciego”.[1]
No hay comentarios:
Publicar un comentario