Santuario de Nuestra Señora de la Asunción.
En julio 12 de 1925,
tomó posesión del curato, el señor Pbro. Don Alberto Pérez, a quien
correspondió finalizar las obras del altar mayor, que habían sido iniciadas, ya
lo dijimos, por su antecesor el señor Cura García Morfín.
Por la revolución llamada
de los “cristeros”, tuvo el señor cura Pérez que exiliarse al extranjero, hasta
por el año de 1929, en que regresó a Tingüindín, estando hasta el año de 1932,
en que vino a ocupar su lugar el señor Pbro. Don Emiliano Ávalos.
La construcción del
templo actual, se inició, pues, ya lo dijimos por el señor Cura Don Agustín
Cacho, en el año de 1872, y propiamente no se han suspendido los trabajos un
solo año, hasta el actual de 1957, ochenta y cinco años, sin terminarse
totalmente.
Es al señor Cura
Avalos a quien se debe, muchísimo de como se encuentra a la fecha el templo
parroquial, pues durante los veintiún años fructíferos de su estancia aquí, no
descansó un solo día, sin hacer algo en los trabajos de construcción y
embellecimiento.
"Difícil y atrevida cúpula..." del Santuario de Nuestra Señora de la Asunción.
Se enfrentó de lleno
a la construcción de la difícil y atrevida cúpula, que hace ya algunos años
luce completamente terminada; terminó la construcción de cantera, de uno de
los altares laterales, en un crucero; pavimentó de mosaico todo el templo; hizo
toda la decoración interior de muy buen gusto, y de mucho costo, pues es a
base de oro fino; el alumbrado indirecto a base de reflectores; dejó a la posteridad
ocho grandes cuadros en los muros interiores y también cuatro más, de los
cuatro evangelistas; el bautisterio, también con un cuadro mural ejecutados
todos por un buen artista jalisciense, Don Rosalío González de Jalototitlán;
bancas de madera, para todo el cupo del templo; decoración exterior
conveniente; reparación del atrio, en su pavimento, y columnas de cantera, etc. etc.
Todas esas obras de
veintiún años de trabajos ininterrumpidos,
pudieron ser realizadas por el señor Cura Ávalos, con la ayuda económica
de todos los vecinos del pueblo, que verdaderamente supieron responder
siempre con su cooperación, y quizá más principalmente muchas personas de muy
limitados recursos.
Es verdaderamente
muy satisfactorio para todo el pueblo que así haya sido, máxime cuando
actualmente Tingüindín, atraviesa una época
de mucha pobreza, por las
vedas y restricciones forestales, ya que fueron siempre las maderas sus
principales fuentes de vida, y de riqueza, pues sus tierras, en general, son pobres para la
agricultura.
El esfuerzo, pues,
del señor Cura Ávalos fue enorme y muy meritorio, y el tiempo, como siempre,
se encargará de perpetuar el recuerdo de sus obras.
Él tiene mucho
cariño para Tingüindín, y Tingüindín le corresponde con igual estimación.
El señor Cura Don
Emilio Ávalos, fue nombrado por sus superiores, para regir el curato de
Yurécuaro, a donde salió el 17 de junio de 1955, y para ocupar su lugar en el
curato de Tingüindín, fue designado el Sr. Pbro. Don José de Jesús Cuevas del
Río, quien el día 21 de junio de ese año de 1955, tomó posesión de su cargo.
Procuró el señor
Cura Cuevas seguir el mismo ritmo de trabajo del señor Cura Ávalos, en lo
referente a las obras materiales del templo, pues en pocas semanas terminó lo
que faltaba de los límites del atrio, las columnas de cantera y trabajos
distintos de albañilería.
Terminó el pavimento
del mismo atrio, arregló un bello y bien cuidado jardín, que le da magnífico
aspecto a todo el conjunto de la obra exterior del templo; de ladrillo de
mosaico se pavimentaron las banquetas del atrio, en sus tres calles.
Mandó construir las
cuatro grandes puertas de hierro, de buen material, buena manufactura y buen
gusto artístico, las cuales ya fueron puestas en su sitio, en las cuatro
entradas que tiene el templo, y
las verjas, también de hierro, que irán de columna a columna, en todo el
perímetro exterior del atrio, ya han sido colocadas en algunos tramos. Son de
bonito estilo y buen gusto, y completan un bello aspecto al conjunto total del
atrio, con sus jardines, y exterior de la fachada del templo.
Así se ha hecho, y
aparte de su demolición completa, hasta los muy profundos cimientos que tenía,
hubo que retirar una grande cantidad de escombros, pero todo ello ya fue
terminado, y ya ha iniciado el señor Cura Cuevas, los trabajos para la
construcción de la nueva.
Muy aparte esas
importantes obras materiales, el señor Cura Cuevas, a petición de un grupo de
vecinos del pueblo, ha aceptado emprender una obra, que espiritualmente habrá
de ser muy meritoria, pues se trata de trabajar, y lo ha estado haciendo
incansablemente, para obtener que las autoridades eclesiásticas, a quienes
corresponda, y cuando sea oportuno, declaren el templo parroquial de
Tingüindín, “SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA ASUNCIÓN”, por ser, en esa
advocación la Reina, Madre y Patrona de este pueblo.
En el Apéndice de
este pequeño trabajo histórico, se dan a conocer algunos documentos, en que se
puede apreciar, lo que ha podido realizarse a la fecha, por el primer “Comité
Pro-Santuario de la Asunción", y de cuyo Comité el señor Cura Cuevas, es
su Director Espiritual.
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