El Dr. J. Guadalupe Romero,
en su obra “Noticias para formar la historia y la Estadística del Obispado de
Michoacán”, impresa en el año de 1862, nos informa lo que sigue:
“En fines del Siglo
XVI ya tenía párroco del clero secular”.
“El curato era
extenso y poblado, hoy ha perdido mucho con la separación de Cotija”.
“Como este pueblo ha
querido sostener hace mucho tiempo una competencia con Cotija, también su
vecindario se ha empeñado en componer la iglesia matriz y al efecto se están
construyendo altares de muy buen gusto”.
“La capilla del
antiguo hospital de indios y otra más pequeña que tiene el camposanto, son los
únicos templos que existen, además del parroquial”.
Ya por entonces,
según vemos, solamente quedaba uno de los dos hospitales. De las dos capillas
no haya la fecha ni el menor vestigio.
En cuanto al
camposanto que ocupaba el atrio actual del templo, y lo que ahora son las
casas, frente a la entrada principal del mismo templo, en la calle de
Matamoros, fue cambiado al lugar en que actualmente se encuentra, al ponerse en
vigor las Leyes de Reforma, poco después del año de 1857.
Sigue relatando el
Dr. Romero:
“El Padre administra
su feligresía con dos vicarios”.
“En el orden
eclesiástico le están subordinados los pueblos siguientes:
“Atapan. –Tiene una
capilla dedicada al Apóstol Santiago. Dista cuatro leguas de Santa Ana
Tzirosto, en donde existe convento de Agustinos”.
“Pamatácuaro. –Su
iglesia está dedicada a San Juan”.
“Tacátzcuaro. –Su
iglesia tiene como su patrono a San Miguel".
"El curato de
Tingüindín linda con los de Cotija, Patamban, Charapan, Tarecuato y Los Reyes”.
Don Ramón Sánchez,
en su “Bosquejo Estadístico e Histórico de Jiquilpan”, impreso en el año de
1896, escribe lo siguiente:
“Cerca del año de
1800 (fue en el año de 1799), un incendio, destruyó el templo y casa habitación
del párroco de Tingüindín, pereciendo entre las llamas, por querer sofocar el
fuego, el Teniente de Justicia, Don Julián N. (alias “el chato”).”
“El archivo
eclesiástico se quemó totalmente”.
“Por muchos años y
solamente con ligeras reparaciones, para borrar las huellas del incendio, se
siguió utilizando para el culto el mismo templo”.
Del día 20 de enero
de 1872, hasta el 24 de junio de 1902, fue Cura Párroco de Tingüindín, el Sr.
Pbro. Don Agustín Cacho, de tan grata memoria para nuestro pueblo.
Él acometió de
lleno, no precisamente la reparación del templo, sino propiamente la nueva
construcción del actual, pues solamente utilizó del que se había incendiado, el
lugar en que había estado edificado.
Personalmente hizo
el trazo del nuevo, con muy buenas medidas; y desde luego con mayor extensión
que el templo anterior.
Trabajó
incansablemente en esa obra, hasta el año de 1902, en que ya muy anciano dejó
las atenciones del curato, sin haberlo visto terminado, pero sí habiéndole
concedido Dios, la gloria, de haber asistido a su bendición, y dedicación al
culto, como su Patrona, de la Santísima Virgen de la Asunción.
Al dejar el curato
el Sr. Pbro. Don Agustín Cacho, fue nombrado en 1o de julio de
1902, y hasta septiembre 21 de 1913, el señor Pbro. Don José Sánchez, teniendo
como Vicario a su hermano el Sr. Pbro. Don José María Sánchez, ambos de la
ciudad de Sahuayo, y también muy trabajadores y con grandes proyectos para
continuar la construcción del templo.
Principiaron
cambiando los anticuados techos por magníficas bóvedas de mampostería, y alcanzaron
a dejar terminado el anillo donde descansa la cúpula central. Y dieron también
un paso muy en firme, al dejar terminada la fachada principal del templo,
totalmente construida de cantera, aunque de un estilo arquitectónico un poco
diferente al resto de la construcción del templo.
La fecha que se
grabó en el frontis, como de la conclusión de esas obras, fue del año de 1907.
En noviembre 10 de
1913, vino a desempeñar el curato de la Villa, el Reverendo Padre Don Ignacio
Custodio, S.J, quien como ya lo dijimos, siendo hijo de Tingüindín, y con muy
grande cariño para su pueblo, fundó con la cooperación de las Hermanas
Religiosas del Sagrado Corazón, un colegio para niños y niñas, en la que se
llamaba “casa del asilo”, y que fue precisamente una de las fincas incendiadas
en 1917, por las chusmas de Chávez García.
Al Padre Custodio se
le debe la construcción de uno de los altares de cantera, en uno de los
cruceros y el principio, más o menos la mitad, del altar frontero.
En el año de 1918
vino al curato el señor Pbro. Don Manuel Garibay. En el año de 1919 el señor
Pbro. Don Luis Amezcua, quien mandó hacer la fundición de la campana mayor de
la parroquia.
De los años de 1921
a 1925, desempeñó el curato el señor Pbro. Don José García Morfín, quien reparó
la sacristía que se había quemado en el año de 1917; cambio el material de
adobe de los arcos de los cruceros, para darles la resistencia de mampostería;
y se enfrentó a las obras de la construcción del nuevo altar mayor, pues con el
incendio del templo el altar se había despegado de la pared maestra y por lo
tanto hubo que hacerlo totalmente nuevo. Cuando' todavía no había terminado
esas obras, fue destinado a otra parroquia, como dijimos antes, en el año de
1925.
Es justo hacer
constar en su honor, que la mayor parte del costo de las obras por él
realizadas, fue de su propio peculio.
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