Dos novedades en cuestiones de actos religiosos, cuando menos para las nuevas generaciones, aportó el ejemplar No. 7 de Guía: la invitación a una Adoración Nocturna a realizarse un jueves a partir de las diez de la noche y una Hora Santa Misional, ambos actos en la Parroquia. Del primero llama la atención el reclamo de que a las horas nocturnas sólo suelen asistir los pobres y la pregunta: “¿Será, tal vez porque sólo para ellos estará reservado el reino de los cielos?”[1]
En ese mismo ejemplar se publicó, en el “Comentario Cinematográfico”, un acontecimiento inusual: en el Cine Ópera se entremezcló, con películas “de cuya moralidad prescindimos”, un noticiero del Vaticano, y “según versiones ciertas, al aparecer el Santo Padre, ya en la última parte de la cinta, todos los expectadores aplaudieron y gritaron a una: ‘¡Viva el Papa!’”.[2]
Didáctica evangélica
Un recurso más se suma al esfuerzo por ilustrar a los lectores de Guía acerca de los temas del Catecismo, la sección “Preguntas”, dedicada a jóvenes mayores de 15 años. Se pregunta, por ejemplo, “Cuántos días tardó el Espíritu Santo en venir sobre los Apóstoles después de la Ascención de Jesucristo?” Quienes respondieran correctamente la pregunta tendrían un premio: un misalito.[3]
[1] Guía, Hoja Parroquial, Año I, No. 7, Agosto 31 de 1952, p. 3
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