Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Fray Jacobo Daciano - Texto de don Ramón Pardo Pulido (primera parte)


Imagen obtenida de: Relatos e historias en México.

Por el año de 1525, a petición personal, al conquistador Don Hernán Cortés, del último rey de los tarascos "Tanganxoan" (II), vinieron a estas tierras los primeros cinco religiosos franciscanos, para iniciar la conquista espiritual, para dar a conocer a Cristo, donde por muchos siglos la única religión había sido la idolatría.

Fueron cuatro los primeros conventos franciscanos en Michoacán: Tzintzuntzan, que era la capital del reino purépecha; Pátzcuaro, donde residía la nobleza y los descendientes de abolengo, de los antiguos reyes tarascos; Tzacapu, que fue la antigua capital de los "tecos", y Tarecuato, que propiamente era la población de mayor importancia, y la capital de toda la sierra occidental de nuestro Estado.

Los primeros religiosos franciscanos llegaron a Tarecuato, aproximadamente por el año de 1533. La construcción de su templo y convento probablemente, se inició, a mediados del siglo XVI.

Aun cuando no fue su fundador, vivió por cerca de medio siglo, en ese convento de Santa María de Jesús de Tarecuato, un religioso, Fray Jacobo Daciano, que sin duda por su vasta ilustración, por su vida ejemplar, por su lucha tenaz y constante en favor de los naturales, dejó perpetua memoria en toda la sierra, en que se conocieron y apreciaron sus grandes cualidades de sabio, benefactor y virtuoso, llamándosele muy cariñosamente, todavía hoy, en todos los pueblos de esta región: ''el santo fraile de Tarecuato".

Estatua de Fray Jacobo en Tarecuato.
Imagen obtenida de: Katolsk Orientering.

No hay persona de edad, en Tarécuato, en Tzacapu, en Tingüindín, y en todos los pueblos de la sierra occidental, como bien dice el Hermano Marista Don Jesús Cárabes Pedroza "de Xiquilpan a Tzacapu y de Cotija a Tancítaro", a quien no hayamos oído relatar, con verdadera veneración y convencimiento, anécdotas y leyendas, que por tradición hablada, de padres a hijos, se han venido transmitiendo desde hace más de cuatro siglos, de la vida admirable de Fray Jacobo.

Quisimos por ello, recoger de las crónicas y de la historia, escritas desde mucha antigüedad, algo de lo que se hubiere relatado sobre tan extraordinario religioso, y verdaderamente son dignos de narrarse muchos episodios, y lo haremos para que perduren todavía para otras generaciones, esos recuerdos de cariño, veneración y respeto, para Fray Jacobo, que dejó una estela de bondad en los corazones de muchas generaciones de nuestros antepasados.

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