Plaza de Armas de Tingüindín en Michoacán.
Seguimos recordando a otros hijos predilectos de nuestro pueblo Pbro. Don Tiburcio Mendoza, verdadero maestro de la lengua tarasca; Pbro. Don Francisco Herrerías, profesor de latinidad en diversos colegios; Pbro. Don Mauricio Ávila, benefactor de muchos pueblos serranos, en los que se le recuerda todavía con cariño; Presbíteros, Don Julio Pardo, Don Francisco Pulido, Don Marcelino Romero, Don Melesio Paulín García, Don Indalecio Marín, Don Gabriel Marín y Don Ignacio Huerta Pardo, que en diferentes épocas fueron también elementos de mucha valía en su pueblo natal, y sirviendo curatos y viciarías de diferentes poblaciones del Estado y del país.
Merece especial recordación una Hermana de la Caridad, Carlota Codina, que fue desterrada al extranjero en tiempos de la persecución religiosa, y que fue a cumplir su misión de ayuda al prójimo al lejano Perú, en donde murió en la ciudad de Lima.
En campos de diferentes actividades profesionales, seguiremos recordando a hijos de Tingüindín, que ya han rendido sus cuentas a Dios:
Licenciados, Don Francisco Huerta Cañedo, Don Arcadio Marín, Don Adalberto Gutiérrez y Don Enrique Pardo Pulido.
Doctores, Don Nicanor López, Don Juan Rodríguez y Don Daniel Huerta Cañedo.
General de División Don Francisco J. Múgica, y General de Brigada Don Francisco Zepeda Salas, éste último que vivió aquí por muchos años, hasta su muerte.
El Ingeniero Don Ponciano Pulido, quien murió desempeñando un alto puesto de Petróleos Mexicanos en Puerto México.
Santuario de Nuestra Señora de la Asunción en Tingüindín.
(Fotografía de Luis Francisco Duarte Medina)
Y de los que viviendo actualmente, van dejando poco a poco su vida: algunos sirviendo a Dios, como pastores de almas; otros en provecho de la niñez y la juventud, como maestros y maestras, profesores y profesoras, en diferentes colegios e instituciones; religiosas; misioneros madres de la caridad; enfermeras; profesionistas; artistas, etc. etc., vamos a procurar recordarlos en este lugar, pues su pueblo se siente orgulloso de que sean sus hijos:
Reverendo Padre Don Ignacio Custodio, S. J., a quien ya anteriormente hemos mencionado, como escritor, inspirado poeta, que domina a la perfección varios idiomas, y ha viajado como educador y misionero por diferentes caminos del mundo. Por su humildad, su sencillez sus grandes dotes de oratoria sagrada, y el cariño para su pueblo natal, se ha conquistado el respeto y la estimación de todos sus paisanos.
Ilmo. Sr. Dr. Don Ramiro Vargas Cacho, Canónigo de la catedral de Zamora, actua1mente Vicario General de la Diócesis, y por muchos años ya, Rector del Seminario Conciliar de la misma ciudad. Su hermano Reverendo Padre Don Adolfo Vargas Cacho.
Nueve jóvenes sacerdotes, que hace pocos años han sido consagrados, habiendo hecho sus estudios en diferentes seminarios de nuestro país: Presbíteros, Don Ramón Cárabes Guízar, Don Enrique Capilla Ruiz, Don Salvador Sánchez (Misionero del Espíritu Santo), Don David Palafox, Don Benjamín Prudencia, Don Alfonso Fabián, Don Luis Acevedo Mendoza, Don José de Jesús Sotelo, y Don Carlos Sandoval.
En la Compañía de Jesús, Hermanos Coadjutores, Don Ignacio González, S. J., y Don Guillermo González, S. J.
Religiosos Franciscanos: Don Rodolfo Cacho y Don Celio Oseguera.
Hermanos de las Escuelas Cristianas: Doce religiosos, ya ejerciendo el profesorado: Don Salvador Cárabes G., Don Carlos Cárabes G., Don Ignacio Cárabes, Don José de Jesús Cárabes, Don Ismael Pulido, Don Ismael Huerta, Don Jesús López Galván, Don Manuel Capilla, Don Salvador Pérez, Don Antonio Pulido, Don Rafael Cárabes y Don Carlos Govea.
Hermanos Maristas: Tres religiosos, ejerciendo ya el profesorado; Don José de Jesús Cárabe s Pedroza, Don Ramón Pedroza Pardo y Don Benjamín Cárabes.
Hermanos Misioneros del Espíritu Santo: Dos religiosos: Don Salvador Sandoval y Don Ignacio Sandoval.
Hermanos de la Sagrada Familia: Tres religiosos: Don Felipe Liévanos Valencia, Don Salvador Navarro González y Don Enrique Arévalo.
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