Santuario Guadalupano de Zamora en Michoacán.
Fotografía de Ricardo Galván Santana y Francisco Magdaleno Cervantes.

domingo, 9 de marzo de 2014

El Barrio Bravo de Madrigal en Zamora, Michoacán - Por Víctor Manuel Ortiz Marín - La tradición del barrio en Zamora (primera parte)


Zamora, fundación del siglo XVI en el esquema de urbanización de la Conquista, se organizó, en sus primeros años, sobre los patrones de territorialidad que ya se habían establecido en la ciudad de México.

En el valle llamado de Tziróndaro existían, a principios del siglo XVI, algunos pequeños poblados. La tierra se inundaba frecuentemente pero, por lo mismo, era sumamente fértil. Al suelo de excelente calidad se agregaba un clima benigno. De estas bondades se aprovechaban los escasos pobladores del valle: se trataba, de acuerdo al profesor Jesús Romero Flores, de "cuitlatecos" o "tecos" que habitaban la región a la llegada de los españoles; eran de ascendencia nahoa, al ser una rama de los toltecas de Tula. Si hacemos caso a esta información, fue en esta parte del occidente de Michoacán (lo que sería después Zamora y Tarecuato) en donde se asentaron los tecos que no se mezclaron con los purépechas.[1]

Debido a las características del terreno, siempre cenagoso, es muy posible que estos asentamientos sí hayan estado localizados, como lo sugiere don Francisco García Urbizu, en las partes altas, que serían, Chaparaco, Atacheo y La Sandovaleña.[2]

Fue en 1574 que llegaron acá tres docenas de vecinos españoles: "dícese que venían de León y más concretamente de la ciudad de Zamora''. Este poblamiento estuvo coordinado por el virrey Martín Enríquez de Almanza, quien mandó al doctor Alonso Martínez para que se encargara de repartir solares y caballerías de tierra entre los nuevos vecinos.

Como decíamos, se obró igual que en la ciudad de México: se marcaron límites muy claros entre la zona de los indios y la de los españoles: se delimitó la traza de la nueva villa de manera que el río Grande (Duero) sirviera como frontera: hacia el sur del río sería zona exclusiva para los indios; del río hacia el norte, se marcó un rectángulo, dividido en solares, que probablemente sea el que aparece en el croquis de Zamora, Jacona y Miraflores, del siglo XVI.

Croquis de Zamora y Jacona en el siglo XVI.

Si observamos la traza del mapa, no excluye la suposición de don Francisco García Urbizu y de don Francisco Elizalde, quienes afirmaron en su momento que la primera construcción se hizo en la margen norte del río, en el punto en que es ahora la esquina de Corregidora y 5 de Mayo. Es de notarse también la proximidad que existe entre ese sitio y el lugar en que se bifurcaba el río para generar lo que se conoce como canal del Calvario: tal escuadra señala, en mi opinión, una referencia en dos sentidos, muy importante para la ubicación.

Por lo visto no era el doctor Alonso Martínez ni tan exigente ni tan ilustrado como Mendoza. Probablemente, siendo buen administrador, se cuidó sobre todo de que las reparticiones de solares resultasen justas y de marcar claramente la frontera de la "república" de indios. La primera traza es, en términos urbanísticos, comparándola con el patrón renacentista de moda en la época, más bien pobre.

Todo hace suponer, refiriéndonos a la ubicación en que aparece Jacona en el dibujo, que el cuadrado abarcaba, en el sentido oriente-poniente, desde el sitio que ya he mencionado (Corregidora y 5 de Mayo) , hasta lo que es ahora la calle de Madero (referencia esta última que se aprecia mejor en el plano de época posterior que perteneció al archivo de los Jasso.

En el otro sentido, en el norte-sur, el límite al sur era el río "grande"; hacia el norte debió haber terminado, si atendemos a las proporciones del croquis, en la actual calle de Ocampo.




[1] Arturo Rodríguez Zetina en Jacona y Zamora, Ed. ]us, México, 1956, p. 114.
[2] Francisco García Urbizu, Historias y Leyendas Zamoranas, Ediciones “'Hernán”, Zamora, 1958, p. 73.

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