Al municipio de Chilchota se le conoce también con el nombre de la Cañada de los Once Pueblos porque hasta fines del siglo pasado estuvo constituido por igual número de poblaciones autóctonas, establecidas en las márgenes del río Duero que, enumeradas de oriente a poniente, eran las siguientes: Carapan, Tacuro, Ichán, Huáncito, Zopoco, Santo Tomás, Acachuén, Tanaquillo, Urén, Chilchota y Etúcuaro. A principios del siglo actual, Etúcuaro pasó a depender del municipio de Tangancícuaro, debido a sus estrechas ligas económicas y mayores facilidades de comunicación con este último lugar. Sin embargo, aunque su número ha disminuido, por tradición histórica se le continúa llamando la Cañada de los Once Pueblos.
La situación geográfica del municipio de Chilchota ha favorecido su autonomía interna y su comunicación con el exterior. La Cañada de Chilchota, circundada y definida por sus elevadas cordilleras de montañas, ha conservado a través de los siglos su unidad étnica, política y económica; pero, siendo este lugar desde la época prehispánica el cruce de caminos hacia los cuatro puntos cardinales, ha permitido el contacto de estos pueblos con las demás regiones del Estado. Durante las épocas colonial e independiente, la Cañada de Chilchota fue considerada como camino real entre Zamora y Morelia, así como entre La Piedad y Uruapan.
Todo el municipio de Chilchota está cubierto de ruinas arqueológicas pertenecientes a la época prehispánica.
La fundación de los pueblos indígenas de Chilchota se pierde en la larga noche de la prehistoria, por su remota antigüedad. Una descripción precisa de Chilchota, ya situada a las márgenes del Duero, aparece por primera vez en 1545, en un informe presentado al Virrey don Antonio de Mendoza, relativo a los tributos que los indios del lugar pagaban al Corregidor. En 1545, para conocer la situación en la que se hallaban los pueblos tributarios, el Virrey de Mendoza ordenó que se le enviara un informe pormenorizado de cada uno de ellos. El correspondiente al pueblo de Chilchota figura en la serie de documentos de la Nueva España, publicada en Madrid por don Francisco del Paso y Troncoso, cuyo texto expresa:
“Chilchota”. Este pueblo tiene un solo barrio [San Pedro) y son todos ciento treinta y una personas; tributan cada día treinta indios que dan en las minas, y cada veinte días al corregidor cuarenta gallinas de Castilla y diez anegas de maíz y seis indios de servicio. Hay en este pueblo regadíos, está asentado en llano, tiene un río, danse morales, trigo y mucha fruta, tienen montes de pinales. Tiene de largo tres leguas, y media de ancho; parte términos al levante con Zacapu, y al poniente con Jacona y al norte con Tlazazalca y al sur con los pueblos de Juan Infante (encomendero). Haya la ciudad de Michoacán (Pátzcuaro) quince leguas y a la de México cuarenta y cinco.
Entre Carapan y Chilchota surgieron profundas desavenencias debido a que coexistían dos tipos diferentes de autoridad civil; uno era el gobierno indígena, radicado en Carapan, que tenía ingerencia en los asuntos internos de los pueblos tarascos y el otro era el gobierno virreinal, cuyo representante era el corregidor de Chilchota, que ejercía el mando supremo en todos los pueblos, ya fueran de indígenas o de españoles. A la postre, el pueblo de Chilchota, asiento de las autoridades españolas, obtendría la supremacía política y religiosa de la comarca. Viene a confirmar su preeminencia el hecho de que, a partir de 1589, se designa un Gobernador indígena en Chilchota, que ejercería su respectiva autoridad sobre todos los demás pueblos de La Cañada.
La obra social de don Vasco de Quiroga se cristalizó en La Cañada de los Once Pueblos con la fundación de once hospitales, uno en cada pueblo, en donde, además de curar a los enfermos, de ayudar a los desvalidos y de alojar a los caminantes, se enseñaba a los niños la doctrina cristiana y las primeras letras; a los jóvenes se les enseñaban oficios y artesanías de acuerdo con su sexo, y a los adultos se les enseñaba a practicar la vida civil, por ser el hospital el cabildo de la vida indígena. El propio don Vasco fundó, en 1555 la parroquia de Tlazazalca, ordenando al poco tiempo la parroquia de Chilchota, a donde envió al cura don Pedro de Yáñez, que tomó posesión de su cargo el 14 de mayo de 1 560.
Desde los primeros días de la época independiente, durante el breve Imperio de don Agustín de Iturbide, se estableció el Municipio de Chilchota. El 15 de marzo de 1825, siendo Gobernador Interino el Licenciado Antonio de Castro, el Congreso Constituyente del Estado emitió un Decreto que divide provisionalmente el territorio de la Entidad en cuatro departamentos cuyas cabeceras eran Valladolid (Morelia); Zamora, Ario y Zitácuaro. Al Departamento de Zamora perteneció el Partido de Tlazazalca, del que formaba parte el Municipio de Chilchota.
En el transcurso de su historia, el Municipio de Chilchota ha sufrido dos desmembraciones importantes de su territorio. La primera, decretada por el Congreso del Estado en 1904, que dice escuetamente: “A la municipalidad de Tangancícuaro, distrito de Zamora, se una la Tenencia de Etúcuaro que figuraba en el municipio de Chilchota”. La segunda desmembración, en 1 921, segrega del municipio de Chilchota la Hacienda de Noroto y el predio denominado «Potrero Grande» perteneciente a la Hacienda de “Canindo”, agregándose, también, al municipio de Tangancícuaro.
En el año 1861, el señor doctor don José Guadalupe Romero, canónigo doctoral de la Santa Iglesia Catedral de Michoacán, presentó a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la que era socio de número, un extenso estudio en el que escribió sobre La Cañada de los Once Pueblos:
«Componen este cuarto once pueblos tan cercanos unos de otros, que en sus términos se dividen con unas cruces grandes colocadas en los linderos; forman todos un grupo pintoresco en el que sobresale Chilchota, que es la cabecera... Los habitantes de estos pueblos son casi todos de raza indígena, dedicados a la agricultura, al corte de la madera y a la trajinería con burros y mulas. Los terrenos son fértiles, y la cañada en que están situados los pueblitos tiene abundante riego. Evangelizaron esta comarca los religiosos franciscanos y agustinos; el cuarto fue erigido en el primer siglo después de la conquista; hoy lo sirve un cura del clero secular con un padre vicario... La parroquia de Chilchota es grande y de buena construcción; está dedicada a la Santísima Virgen; el pueblo tiene ayuntamiento, escuela, algunas casas decentes, y un comercio regular”
Durante el porfiriato el Gobernador Provisional de Michoacán, General Manuel González, pidió un informe detallado de la situación en que se encontraban los municipios del Estado. El Prefecto de Zamora, don Cayetano Macías, escribió en su informe sobre Chilchota: “... existen dos escuelas particulares, expensadas miserablemente por los padres de familia que tienen posibilidad, pues la población indigente carece de instrucción primaria por no haber establecimientos públicos; la concurrencia a tales escuelas es de 30 niños y 15 niñas. Las mejoras materiales que demanda la municipalidad son: la reparación de las casas consistoriales de la cabecera y la conclusión de un salón comenzado en ellas, cuyo costo es el de 500 pesos.
Los caminos públicos, sobre todo el que conduce de Chilchota a Paracho, son accesibles a rodados con la construcción de algunos puentes de madera y ligeros aplanamientos, pues toda esa tierra tupurosa no forma pantanos por más abundante que sea la estación de lluvias, y se llevaría a efecto esa mejora con un gasto de mil pesos.
Al final del porfiriato, antes de la revolución maderista de 1910, don Mariano de Jesús Torres, en su Diccionario Histórico y Geográfico de Michoacán, escribió de Chilchota:
“Es templado y húmedo. Produce maíz y trigo. El fresno es el árbol más común en el lugar. En invierno caen heladas en dicho pueblo. Las lluvias, en la temporada de aguas, son moderadas. El agua que consumen los habitantes es de manantial, dulce. La raza a la que pertenecen sus habitantes es la indígena e hispano-americana. Cuenta con alumbrado público. Hay dos escuelas públicas, una para niños y otra para niñas…”
Notas del Editor:
* Este texto está basado en el libro «Chilchota. La Cañada de los once pueblos. Monografía Municipal de Chilchota», de Jesús Alvarez Constantino, editado por la Coordinación de Apoyo Municipal, el centro estatal de Estudios Municipales y el H. Ayuntamiento de Chilchota, Michoacán.
* Fue publicado en la revista Entorno de Ingenieros y Arquitectos de Zamora.
* Las fotografías son de Alberto Vázquez Cholico.
2 comentarios:
Chilchota un gran pueblo...
muy buen aporte
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