domingo, 28 de noviembre de 2010

Pelícanos borregones en los alrededores de la isla de Petatán en la parte michoacana del Lago de Chapala - Fotografía de José Luis Trejo Alejandre

José Luis Trejo escribió en su página de Facebook: Como lo hacen cada año, los borregones arriban a esta región en busca de un clima benigno que no tienen en esta época del año en su lugar de origen, al que regresan una vez que se acerca la primavera.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Santa Iglesia Catedral de Zamora - Fotografía de José Luis Trejo Alejandre

Se habla de la esbeltez de las torres de la Catedral de Zamora. Este ángulo logrado por josé Luis Trejo lo demuestra.

martes, 23 de noviembre de 2010

Embarcadero en Camécuaro - Fotografía de Rubén Mejía García

En el paisaje de colores suaves, verde azulados, del Lago de Camécuaro, siempre destaca el colorido de sus lanchas, como lo muestra esta fotografía de Rubén Mejía García.

Esperando la Eternidad - Fotografía de Caramelo Macab

La propia autora de esta singular fotografía, Caramelo Macab, la ha bautizado como "Esperando la eternidad".

Portón en Cocucho - Fotografía de Martha Alicia Caballero Moreno






















Este extraordinario portón en la comunidad de Cocucho da cuenta de la antigüedad de las poblaciones p'urhpecha de la región de Zamora. Martha Alicia caballero lo ha captado con su cámara y nos lo comparte en esta magnífica fotografía.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Parroquia de la Purísima en Zamora


Ya desde el año 1612 hay noticia en Zamora de una gran devoción a la Inmaculada Concepción, pues había una imagen de esta advocación de la Virgen María que en aquel año obró milagros. La presencia de los frailes franciscanos, desde principios del siglo XVIII, también impulsó este culto.

Fue la epidemia del cólera en la región de Zamora, que se desató entre marzo y julio de 1850, que se eligió a la Inmaculada Concepción como patrona de la ciudad e intercesora ante el grave peligro. Tras la coronación de la Virgen, en diciembre de ese mismo año, cesó inmediatamente la epidemia.

Al año siguiente, en febrero de 1851, el presbítero José Gerónimo Villavicencio, por sí y en nombre del señor cura y juez eclesiástico de Zamora, licenciado Francisco Henríquez, obtuvo la autorización para la construcción del nuevo templo, que comenzó a edificarse en un solar donado por José Dolores Verduzco, en la actual calle de Madero, y en terrenos de dos fincas más: una perteneciente a José Antonio Barragán y la otra, en la esquina de Madero y Ocampo, que pertenecía a los sacerdotes Luis y Ramón Amezcua. También se aprovechó, incorporándola a la construcción, un beaterío con una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe que estaba ubicado sobre la calle Colón.

La construcción del templo se le atribuye a Jesús Villalpando, agricultor y alarife, quien parece haber tenido la pretensión de hacerlo de tres naves y de mayores dimensiones. Con un proyecto menos ambicioso, la obra dio comienzo el 8 de marzo de 1851, pero la primera misa se celebró hasta el 1875, probablemente porque la intervención de los bienes eclesiásticos durante la Reforma pudo haber afectado el proceso constructivo.

En una memoria de gastos o fábrica material de la construcción firmada por el señor Lorenzo Zepeda, aparecen los nombres de los obreros que trabajaron en la obra: Mariano Moreno, José María Oseguera, Felipe Hernández, Paz Segura, Esteban Ramírez, Francisco Vidales, Antonio Tapia, Francisco Olivos y Sotero Segura.

La torre del templo fue construida después de 1875. En 1879 se terminó el altar mayor y se comenzó una nave para el sagrario. La bendición solemne del templo fue en 1881 y en 1886 comenzó a funcionar como parroquia. En 1890 se arregló y pintó la sacristía y la antesacristía, además de construir un portal hacia el norte de la edificación. Desde mayo hasta agosto de 1891 se realizaron habitaciones para la notaría, el portal grande que ve al oriente sobre la calle Madero, y se reformaron unas piezas sobre un pasillo.

En enero de 1893 se comenzó a comprar el cobre necesario para la construcción de las campanas del templo. Dos campanas se mandaron hacer a Atacheo: la grande costó 122 pesos (se fundieron 61 arrobas de cobre), y la chica costó $26.80 (se fundieron 13 arrobas). Las campanas quedaron colocadas en la torre el 25 de febrero de 1893.

El presbítero Luis Amezcua regaló en 1895 un reloj que se instaló en el mes de enero de ese año en que también se comenzó un altar a Nuestra Señora de la Soledad, cuya principal benefactora fue la señorita María Josefa Jiménez y el encargado de realizarlo Jesús Hernández Segura quien, además de su construcción, también se hizo cargo del labrado de la cantera.

La decoración del techo del templo probablemente se realizó entre 1903 y 1904, en que se realizaron gastos por concepto de pintura, vigas y tejas. Por esas fechas se encargó un nuevo púlpito y un barandal, así como trabajos de cantería para el presbiterio y para un nuevo altar mayor.

Ya muy entrado el siglo XX, en 1948, se construyó un bautisterio y se demolió el altar mayor de cantera para substituirlo por otro, de granito artificial blanco. La torre y el campanario se cubrieron de azulejos y se substituyó el cancel de la puerta principal. En 1966, el cura Joaquín Paz inició reformas a la sacristía.

(Texto redactado con material aportado por la doctora Nelly Sigaut, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán, en su libro Catálogo Arquitectónico del Bajío Zamorano, Primera Parte: la Ciudad de Zamora, publicado por el propio ColMich. La fotografía fue obtenida de la galería de Hiramindie en la página skyscrapercity.com).

jueves, 18 de noviembre de 2010

Pirekuas y UNESCO - Un punto de vista propio desde la cultura P'urhé


("Tata Juan Victoriano y su música". Fotografía obtenida de la página de facebook de Grecia Ponce).

Transcribo a continuación la opinión de un auténtico lider de la cultura purhépecha acerca de la noticia del reconocimiento que ha hecho la UNESCO de la cocina mexicana y el canto tradicional de las pirekuas como patrimonio cultural de la humanidad. Es una perspectiva que debe estar sobre la mesa en la ponderación de la importancia que le damos, o quitamos, a las culturas más originales en nuestro país:

"Respecto a la PIREKUA y la UNESCO.

Para empezar, no estoy de acuerdo con la inclusión de la Pirekua y la Cocina al catalogo de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010.

Anticipo, aspectos negativos y positivos, pero más lo primero. Para empezar corroboro que el gobierno y la sociedad nacional que rechaza y desatiende el problema de los pueblos originarios, sí se ocupa de los valores indígenas para notarse a nivel internacional y seguir beneficiando a la Empresa Turística (Sectur).

Segundo, es una alegría que la pirekua, y la cocina p'urhepecha se conozca a nivel internacional, pero lo malo es que el compositor de la pirekua y las cocineras no obtendrán beneficios; el gran ganador seguirá siendo el sector turismo.

Pregunto: ¿qué han aportado al pueblo michoacano las empresas turísticas de Michoacán? Yo veo que desde hace muchos los trabajadores de restaurantes, hoteles, etc., son explotados. Su salario es mísero. Si no me creen, sólo pregúntele a un trabajador.

Si la propuesta hubiera sido del CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA, sería otro el panorama; pero lo ha propuesto esa empresa turística. Ya se apoderaron de la "Noche de Muertos", ahora es con la pirekua y la comida. Más que alegrarnos dicha noticia es tiempo de buscar cómo evitar que los “Uitsatsiecha” (mestizos) nos sigan robando lo último que nos queda: el patrimonio cultural.

La imagen de mi padre, Tatá Juan Victoriano Cira (fallecido hace apenas un mes y días), que hoy salió en los medios, usado por gobierno de Michoacán y Sectur para agradecer a la UNESCO, la usaron sin la autorización de nuestra familia, pero eso sí, en vida nunca quisieron otórgale un apoyo para que formara su taller de música para niños, menos para otras cosas.

Con un saludo repleto de indignación.

Pedro Victoriano Cruz
San Lorenzo Narheni Anapu
17 de noviembre 2010."

(Nota: en la parte de abajo de este blog, en la sección Enlaces fraternos, pulsando con el cursor del ratón en la liga P'urhépecha Jimbó Iretarhu, podrá acceder a la página web en que se aloja el Foro en donde Pedro Victoriano y otros autores expresan sus puntos de vista respecto a una gran variedad de temas concernientes a al pueblo p'urhépecha y su cultura).

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Fotografías antiguas de Zamora - Parroquia de la Purísima de Zamora con torre

En atención y agradecimiento al comentario dejado en la entrada que habla sobre el templo y parroquia de La Purísima, más adelante en este mismo blog, incluyo esta fotografía que ya muestra la torre terminada.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Vista aérea del valle de Zamora - Fotografía de José Luis Trejo Alejandre

En esta fotografía aérea de José Luis Trejo se aprecia con claridad la parte sur del Valle de Zamora: casi al centro el Cerro de El Curutarán, y más allá los Cerros Cuates.

La Parroquia de la Purísima - Zamora en Guía












LA PARROQUIA

Una de las secciones del periódico Guía que no faltaban en los primeros ejemplares tenían que ver directamente con preocupaciones directas de la Parroquia de la Purísima, única cuando se fundó el semanario y su sede durante muchos años. Nos referimos a la sección en que se proporcionaban los nombres de quienes contraerían matrimonio en fechas próximas, una santoral de la semana y el calendario parroquial anunciando las principales actividades a realizarse: las Confirmaciones, retiros espirituales, comunión de Viernes Primero y adoraciones nocturnas, entre muchas otras. Una invitación para que los jóvenes visiten el “Recreativo A.C.J.M.” de Cázarez 24 también es sugerente.

En el ejemplar de Guía No 4, publicado el 3 de agosto de 1952, se publicó un texto escrito por Josefina del Río, la famosa maestra Fina que formó, al lado de la maestra Mercedes Méndez, a varias generaciones de jovencitas en su escuela Vasco de Quiroga.

El texto se titula Mi Parroquia. Habrá que recordar que en aquellas fechas La Purísima era el único templo que tenía funciones parroquiales. A la fecha muchos zamoranos todavía la reconocen así, como “La parroquia”.

La señorita Fina llama a su Parroquia “Madre y Maestra que nutre nuestro espíritu de verdad, a la luz de las sublimes enseñanzas del Evangelio”. En una extensión de tan sólo seis breves párrafos repasa el papel de la parroquia en la vida de los católicos, desde que es recinto de los bautismos y hasta “que bendecirá, maternal y cariñosa, la muerte de nuestros despojos”, pasando por la formación religiosa de la infancia, la purificación y santificación del matrimonio y la que marca derroteros a lo largo de toda la vida de la feligresía.

(La fotografía muestra una de las imágenes más antiguas de la Parroquia de La Purísima, aún sin torre).

Dulces típicos de Zamora, Michoacán

No solamente los zamoranos debemos reconocer que la oferta de dulces típicos de Zamora no se agota en los deliciosos chongos, cuando el abanico de nuestra oferta es muy amplia en opciones realizadas a base de leche y variedad de frutas.

Para una Monografía de Zamora V


A la INDUSTRIA zamorana suele calificársele como incipiente.

Durante décadas sólo se conformó en Zamora con pequeños talleres en que artesanalmente se facturaron productos de consumo local y regional.

Hasta en las décadas de los años '60s y '70s surgió la agroindustria de las empacadoras o congeladoras y procesadoras de alimentos que añaden valor agregado a materias primas al convertirlas en insumos para posteriores procesos de la industria alimentaria (elaboración de concentrados, saborizantes y esencias).

En la imagen: las empresas agroindustriales son importantes fuentes de trabajo en el Valle de Zamora. De simples congeladoras y empacadoras de fresa pasamos a procesadoras de bases para alimentos con diversas frutas.

(Fotografía obtenida del libro Manufacturas en Michoacán, El Colegio de Michoacán-Gobierno del Estado de Michoacán, 1999-2001, Zamora, 1998, p. 227).

El Casco de la Hacienda de El Cerrito en Zamora



La historia de esta hacienda y su relación con Zamora se entretejen a partir de un nombre: el de don Francisco García Amezcua (1801-1876) que llegó a Zamora a los dos años de edad, procedente de Santiago Tangamandapio y que aquí construyó familia y fortuna. Sus ganancias fueron invertidas en fincas rústicas. Una de las primeras que compró fue La Rinconada, donde construyó casa, y capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe. Siguió comprando haciendas, labores y terrenos, que a su muerte dejó a su segunda esposa, Elena Martínez del Villar, y a los hijos habidos en sus dos matrimonios.

A la muerte de don Francisco García Amezcua en 1876, el potrero del Cerrito de Catipuato, valuado en 5 mil pesos, pasó a ser propiedad de don José García Martínez, uno de sus hijos menores. Una parte del Cerrito había sido adquirida por Francisco García en 1849, con un valor de 2 mil pesos.

Los linderos eran: al oriente la Hacienda Romero, de don Rafael García; al norte, terrenos de José María García; al poniente, terrenos del Cóporo, de Francisco García Amezcua, y al sur, terrenos del mismo propietario y de los herederos de Manuel Berna!.


En las aclaraciones que hicieron al reparto de bienes de Francisco García, en 1880, se especificó que la merced de agua del Cerrito de Catipuato iba a quedar dividida como se encontraba en ese momento, pero además de este tipo de especificaciones sobre el agua, fundamentales para tierras de cultivo, se añadieron, con enorme minuciosidad, la cantidad de animales y los enseres de las casas que se estaban repartiendo.

En el caso de la Rinconada, claramente se habla de la casa de la hacienda, de sus enseres y de la capilla. Estos elementos permiten suponer, ante la inexistencia de una referencia concreta, que en el Cerrito no había casa y que ésta, por lo tanto, se construyó después de 1876.

El casco del Cerrito se organizó siguiendo un esquema muy simple: tres rectángulos forman un patio interior, sostenido lateralmente por columnas de fierro que forman pasillos interiores cubiertos de viguería. Los cuartos de los dos pabellones laterales, como era tradicional, se comunicaban hacia el patio con puertas centrales y entre si por puertas laterales que creaban un corredor interior.


La parte central del edificio está formada por dos alas hacia la derecha e izquierda de la puerta, comunicadas hacia el patio de la casa y también hacia el exterior del pórtico columnado del ingreso. Sólo la parte central del edificio tiene planta alta, ocupada por dos espacios muy grandes: uno, con puertas de salida al balcón, parece haber funcionado como sala, y el otro como un gran comedor. Los dos, seguramente, para encuentros muy formales.

Todo el frente del primer cuerpo del edificio está recorrido por una balaustrada que le da unidad y es el único elemento decorativo de una arquitectura muy austera. En el ángulo noreste del edificio, e integrado a él, se encuentra la capilla. Desde el lateral poniente, al fondo del gran patio, comienzan las construcciones dedicadas a las faenas e instrumentos propios del trabajo agrícola.

En la hacienda, “los hermanos García Martínez son los principales anfitriones del obispo Núñez a su llegada a la diócesis de Zamora en 1909 y vuelven a ser los anfitriones que agasajan a las dignidades eclesiásticas (…) que asistieron a la Dieta en 1913”. Hacia principios de siglo, Francisco, Rafael y José García Martínez habían conseguido que sus hermanas cedieran en ellos los derechos hereditarios por vía materna y tenían firmado un poder que autorizaba su mutua representación.


El 29 de enero de 1909, José y Rafael García reconocieron haber contraído una deuda de 500 mil pesos con la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y fomento de la Agricultura. La hipoteca era pagadera en un plazo de quince años, con intereses al 7% anual, que eran los estipulados para ese tipo de contrato, y recaía sobre La Rinconada, El Cerrito y anexas.

La Caja exigió a los García Martínez el pago total del crédito el 4 de febrero de 1913, y ese mismo mes se expidió la cédula hipotecaria y se decretó la intervención en favor de la institución acreedora, misma que sufrió modificaciones en 1919 y finalmente fue liquidada en 1926. Fue en el año siguiente, el 13 de mayo de 1927, cuando la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento de la Agricultura, Sociedad Anónima, en Liquidación, dio diversos bienes en pago de bonos emitidos por la misma Caja a un grupo de inversionistas que no se mencionan, encabezados por Doña Emilia Creel de Terrazas. Entre estos bienes estaba el crédito hipotecario de las propiedades de los García Martínez.

Se aclaró que «El Casco del Cerrito de Catipuato, sus dependencias inherentes, incluyendo casa habitación, bodegas, establo, corrales, etc. y huerta de naranjos que queda frente a la hacienda, están comprendidos dentro del citado predio y son objeto, naturalmente, de la dación».


Los Creel- Terrazas dividieron la propiedad y el 28 de julio de 1930 Gustavo Terrazas compró a Emilia Creel de Terrazas el lote 4 del Cerrito, que vendió ese mismo año a Juan Zavala Kasperowitz, en la cantidad de 22 mil pesos. En 1943 la hacienda volvió a cambiar de manos, esta vez el comprador fue don Victorino Ortiz Ramírez, quien aún sigue siendo su propietario. Mas aún, el lugar se conoce como El Cerrito de Ortiz y permanece en espera de la restauración que merece.

(Texto publicado originalmente en la revista Entorno, de Ingenieros y Arquitectos de Zamora, A.C., con material aportado por la doctora Nelly Sigaut, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán, en su libro Catálogo Arquitectónico del Bajío Zamorano, Primera Parte: la Ciudad de Zamora, publicado por el propio ColMich. Las extraordinarias fotografías que ilustran los reportajes gráficos de Entorno son de Alberto Vázquez Cholico).

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Casa García en Zamora, Michoacán















Una casa zamorana

La historia de esta casa se desata a partir de un nombre, el de Francisco García Amezcua (1801-1876) quien llegó a Zamora procedente de Santiago Tangamandapio a los dos años de edad y que aquí construyó familia y fortuna. Fortuna que, como muchas otras de la región, comenzó en el comercio, con atajos de mulas y arrieros de Cotija que llevaban y traían mercancías. Semillas y azúcar a Colima y Tabasco, desde donde traía sal y cacao, así como géneros de Veracruz. Al tiempo que prosperaba en la importación de productos que distribuía en amplias zonas del país, fue invirtiendo sus ganancias en fincas rústicas. Según su testamento, fue dueño de La Rinconada, El Cerrito, Potrerillos, Orandino, Santiaguillo, Espíritu Santo, el Cóporo, Las Palomas, Las Amapolas, Catipuato de los Mendozas, además de muchos terrenos y potreros anexos a las haciendas; además de las propiedades urbanas y más de 500,000 pesos en efectivo.

La casa de referencia, ubicada en la calle que a fines del siglo pasado se conocía como Nacional, estaba valuada hacia 1876, en 7.360,61 pesos y por vía sucesoria, en 1901 era morada de José y Rafael García Martínez, quienes en ese año documentaron su domicilio en la calle del Sagrado Corazón de Jesús No. 7.

La familia García disfrutó de una espléndida situación económica y social. Cuando el gobernador Aristeo Mercado visitó Zamora en 1894, se alojó en esta casa. Los García también fueron anfitriones de los invitados de la diócesis durante la celebración de la Dieta en 1913. Los hermanos García Martínez fueron protagonistas en la vida económica de la Zamora del primer tercio de este siglo. Compraron haciendas; firmaron contratos de aparcerías; contribuyeron a financiar obras públicas (como el Mercado); tomaron préstamos importantes (como el que se usó para financiar las obras de Urepetiro, para el riego de la región); etc.

El 6 de febrero de 1907, José García Martínez -el menor de los hermanos, casado con Luisa Sáinz Cordero- solicitó autorización al Ayuntamiento de la ciudad para hacer algunas obras de reforma en su casa. En efecto, las piezas del costado Sur de la casa habían sido utilizadas como local comercial y se habían abierto tres puertas hacia la calle Morelos. En su lugar, pretendía abrir ventanas, con los marcos de cantera, “con la proporción y simetría que corresponde a las que existen del lado norte del propio zaguán”. La solicitud se aceptó y desde ese momento la casa adoptó la fachada que, con algunas reformas, todavía forma parte del perfil de nuestra ciudad.

Este tipo de casa se caracteriza porque su patio es el centro y la configuración del resto de sus espacios, distribuidor de funciones y centro del ambiente familiar. En estas casas había generalmente dos patios. El primero, más importante, del cual quedan valiosos ejemplos en Zamora, rodeado por columnas de diversos materiales, dependiendo de la época de construcción: madera, cantera o fierro.


Alrededor de este patio se encontraba la sala y las habitaciones principales, el comedor, en muchos casos adornados con delicados vitrales; en el segundo patio se nucleaban las áreas de servicio, donde en la amplia cocina trabajaba numeroso servicio doméstico. En muchos casos, detrás de los dos patios continuaba la huerta familiar o el corral tanto para los animales de consumo doméstico como para los de tiro. Este patio funcionaba como una explanada y no era exclaustrado, como en el caso de los otros dos.

Aunque se habla de una casa, en realidad ésta se encuentra dividida (como muchas otras en la ciudad). Sin embargo, tal división no impide considerarla como una unidad: por un lado, porque la fachada conserva su ingreso principal (ocupado hoy por la tienda de productos naturistas Popeye) y porque el muro interior que divide el patio no ha afectado, según una revisión ocular, ningún elemento estructural, de tal manera que no permita en un momento dado, volver a constituir el conjunto habitacional original.

La casa fue comprada alrededor de 1935 por Don Miguel Jiménez y su yerno Albino Cárdenas y Concepción Jiménez de Cárdenas. La casa ya estaba dividida aunque no se había construido un muro para tal fin. Tenía dos cocinas, dos comedores, aunque conservaba una sola entrada. El patio, que tenía más de un metro de profundidad con relación al nivel del piso, tenía también una fuente en el centro y cuatro grandes araucarias en los ángulos.


Fue durante esos años cuando la casa se dividió en una manera efectiva, cerrando la entrada principal para abrir un comercio y en cada una de las ventanas laterales se abrió una puerta. El lado Norte de la casa fue ocupado por el señor Carlos Jiménez Torres (sus hijas son las actuales propietarias) y el lado Sur por el señor Cárdenas y su esposa (doña Conchita Jiménez es la actual propietaria de esta parte de la casa).

Sin duda, por su ubicación en el centro de la ciudad, por su relación con una de las familias que protagonizaron la vida económica, política y social de la región, por sus valores prototípicos de la arquitectura regional, esta casa merece que la ciudad se ocupe de ella, imaginando algún proyecto de uso social para su futuro. Si no es así, ante el avance de la especulación inmobiliaria, el diagnóstico sobre sus posibilidades de sobrevivir, es reservado.

(Texto publicado originalmente en la revista Entorno, de Ingenieros y Arquitectos de Zamora, A.C., con material aportado por la doctora Nelly Sigaut, profesora investigadora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de Michoacán, en su libro Catálogo Arquitectónico del Bajío Zamorano, Primera Parte: la Ciudad de Zamora, publicado por el propio ColMich. Las extraordinarias fotografías que ilustran los reportajes gráficos de Entorno son de Alberto Vázquez Cholico).

Imagen de San Francisco en el atrio de su templo en Zamora - Fotografía de Rubén Mejía García

Extraordinaria imagen de la imagen de San Francisco en el atrio de su propio templo en Zamora. Fotografía lograda espléndidamente por Rubén Mejía García.

Era necesario derribar vida...


por Jaime Ramos Méndez

Era necesario derribar vida
para llegar hasta donde te ocultaste;
era necesario surcar nuevos gérmenes
y madurar simientes olvidadas;
era necesario talar recuerdos viejos
y abonar diariamente retoños de olvido;
eran necesarias tantas cosas
para llegar a ti,
que decidí abandonar tu tierra
a la erosión olvido del tiempo,
a la sequía olvido del agua,
al quebrantamiento ausencia de vida.
Y me vine acá
a comenzar de nuevo.

El cine en Zamora, Michoacán - Zamora en Guía


EL CINE EN ZAMORA

En aquel principio de la década de los años 50 el cine había llegado a Zamora y era grande la preocupación de los católicos debido a los escandalosos temas y escenas que la gente podía ver en los cines, al amparo de la penumbra. Por esa razón, Guía echaba mano de la “Censura de las películas” que elaboraba la Legión Mexicana de la Decencia.

La Legión clasificaba las películas en una combinación de letras y números que comenzaba con la “A”, para las películas para todo público, luego seguía, en orden ascendente de peligro, con las clasificaciones “B-1”, “B-2” y “B-3”. Se supone que estas películas eran más o menos aptas para quienes después se clasificó en la categoría de “adolescentes”. Las películas para adultos, que no se recomendaban ni siquiera a éstos, estaban clasificadas como “C-1”, “C-2” y hasta “C-3”.

Algunas películas se reportaban “Sin Noticias” y se recomendaba no arriesgarse a verlas y resultaran prohibidas. Un último dato interesante: los datos se proporcionaban en Guía para las películas a exhibirse en los cines zamoranos Virrey de Mendoza y Ópera.

(Información obtenida de Guía, Publicación Parroquial, Año I, No. 3, Julio 20 de 1952, p. 3. En la fotografía, obtenida en internet, el antiguo Teatro Obrero que durante muchos años funcionó como Cine Virrey).

Chilchota y la Cañada de los Once Pueblos - Jesús Álvarez Constantino


Una de las criticas más severas (y justas) al sistema educativo nacional, es la relativa a que, al final de la vida escolar, quienes egresan de las aulas suelen conocer más de la geografía y costumbres de la vieja Europa, muy poco de la geografía y cultura nacional y casi nada de la geografía y cultura de su propia región.

Ante este vacío que deja la educación escolarizada, no queda más que la autoeducación, tanto a través de la observación directa como a través de la lectura de libros y revistas que nos proporcionen información acerca de las historias de cuanto tenemos más a mano.

En este sentido son invaluables los esfuerzos editoriales como el de la monografía municipal de Chilchota, escrita por Jesús Alvarez Constantino y coeditada por la Coordinación de Apoyo Municipal (del estado de Michoacán); el centro Estatal de Estudios Municipales, y el propio H. Ayuntamiento de Chilchota.

La Cañada de los Once Pueblos es una de las regiones más importantes de nuestro Estado. En el Capítulo Primero, la monografía desarrolla una amplia descripción de la geografía del municipio de Chilchota: su ubicación y extensión territorial; la topografía de su terreno; las cuencas hidrológicas con que cuenta; su clima y recursos naturales.

En el Capítulo Segundo, la monografía narra y describe las características de esta región durante la Epoca Prehispánica: los testimonios arqueológicos que dan cuenta de la cultura de sus antiguos habitantes; la fundación de sus pueblos; los códices que aportan valiosa información no sólo sobre los indígenas del área sino también sobre todo el imperio purépecha, y cómo se han interpretado.

El Capítulo Tercero cubre la Epoca Colonial. Es interesante sobre todo porque plantea de una forma clara cómo la región de La Cañada fue una especie de arena en la que se pelearon los intereses de los indígenas y los de sus conquistadores. Carapan prevalecía como capital indígena en esa región mientras que Chilchota se imponía como capital de los españoles. Finalmente, los poderes del virreinato español y de la Iglesia Católica, se centraron en Chilchota.

Ese Capítulo también proporciona mucha información acerca de la evangelización de los indios en la región; la conformación de los pueblos en cuanto al número de sus habitantes, cuántos de ellos estaban casados y cuántos eran hombres o mujeres.

También explica ampliamente el sistema tributario que los españoles impusieron a los indígenas y los beneficios en esta región de la labor de don Vasco de Quiroga. Acerca de los "Fundos Legales" se describe cómo se hizo la repartición de las tierras y la expedición, por parte de las autoridades virreinales, de los "títulos de composición de tierras".

Todavía en el capítulo dedicado a la Epoca Colonial (el más extenso del libro), se hace referencia a la Parroquia de Chilchota. En esta parte aprovecha el autor para transcribir algunos documentos elaborados por los curas de Michoacán al Obispado, que dan cuenta de la situación de los pueblos de La Cañada hacia el año 1764. Se cierra el Capítulo con una relación de las principales fiestas religiosas que se celebraban en aquella época.

El Capítulo Cuarto se dedica a la Epoca Independiente. Se explica que "los pueblos indígenas de la Cañada de Chilchota no intervinieron de modo activo en la guerra de independencia porque su concepto de patria (...) se reducía al pequeño espacio geográfico circundado por las crestas de sus elevadas montañas, más allá de las cuales vivían sus enemigos, que sólo estaban esperando la mejor ocasión para invadir su territorio. Por otra parte, estos pueblos indígenas no tenían motivo de queja contra el gobierno virreinal..."

Se narra cómo, "desde los primeros días de la época independiente, durante el breve Imperio de don Agustín de Iturbide, se estableció el Municipio de Chilchota"; se publica una semblanza biográfica de don Francisco Vaca, "un político liberal", distinguido jurisconsulto, además de poeta.

El movimiento de Reforma también se incluye en este capítulo y se describen los conflictos que provocó la Ley Lerdo en las poblaciones de La Cañada.
Más adelante se transcribe lo referente a esta región que fue publicado originalmente en 1861, en un extenso estudio, realizado por el señor doctor don José Guadalupe Romero, denominado "Noticias para formar la historia y la estadística del Obispado de Michoacán.

Complementan al capítulo un reporte sobre el "claro apoyo al imperio de Maximiliano" durante la intervención francesa, "por medio de las llamadas cartas de adhesión"; una descripción de la organización de la parroquia de Chilchota como parte del Obispado de Zamora; una semblanza biográfica de Agapito Silva, poeta chilchotense que "en el último tercio del siglo XIX brilló en la ciudad de México"; una descripción de la organización de Chilchota como cabecera municipal (cuya cabeza de Distrito es Tangancícuaro) y del resto de las poblaciones de La Cañada como tenencias, y por último un repaso de la vida en los once pueblos durante la Dictadura Porfirista.

El libro termina con cuatro apéndices y una bibliografía. El Apéndice I es el Códice Plancarte; el II, la Relación de Chilchota; el III se refiere a los Títulos de los Pueblos, y en el cuarto se publica una serie de fotografías de la región de La Cañada de Alberto Vázquez Cholico.

(Texto publicado originalmente en el Semanario Guía en mayo de 1995. Provisionalmente he colocado una imagen de Chilchota obtenida en internet a reserva de conseguir alguna de las fotos de Cholico mencionadas en el propio artículo).

Mujer de Maíz - Fotografía de Caramelo Macab


"Mujer de mis raíces amasando la misma vida".

(Caramelo Macab es su nombre en internet. Ciudadana de Tangancícuaro, es egresada de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Zamora. Comprometida con la reinvindicación de su género y el respeto a la cultura indígena y al entorno natural, toma en sus manos la fotografía como otra forma de expresar sus compromisos con la vida. La fotografía fue obtenida de su página en Facebook).

Alrededor de la muerte y sus cosas (sin título)




Por Jaime Ramos Méndez

Muerte la palabra,
la separación,
la ausencia.

Muerte el comienzo,
muerte el final.

La que no ha llegado
la que aún no asusta
el motivo de una risa
un homenaje
una tumba
y una oración.

Muerte el inicio
muerte el transcurso
el recuerdo presente
el escalofrío más fuerte
la evocación más profunda.

Muerte contigo
conmigo
con ella.

La que llevamos programada
la que vivimos en rutina
monótona ella
maquinal
estereotipada
falta de anhelo
de impulso
de vida.

Muerte que consume
desde el principio
y luego
poco a poco
hasta el final.

Muerte o sin rumbo
o rumbo programado.

Única certeza
dijo un pesimista
única esperanza
uno más pesimista.

Bendito Don
dijo un religioso.
Bendito mil veces Don
un menesteroso
un prisionero
una leprosa
tres guerrilleros
al ver caer desde su cima
...
(tres puntos suspensivos).

Y luego la muerte
la que con miedo se espera
y nunca llega
la que tranquilos esperan
y nunca les llega
la que nadie se la espera
y siempre nos llega.

Y luego la ausencia de vida
y la presencia ignorante
y el hombre vegetando
parasitando
sumergiéndose en ella
ahogándose en ella
muriéndose en ella.

La muerte
la de la trascendencia dijo
y murió
y ya nadie lo recuerda.

La muerte que llegó
apenas cuando daba vida:
la de niño y "pobrecito
si era un angelito".

La muerte que te deja huérfano
la que te deja solo
la que te deja herencia
la que te deja deudas
la que te deja muerto.

La que te deja impávido
con la boca seca
la cotidiana hija de...
...de la violencia
que es la de la tele
y es la que te deja con la boca
indiferente y llena.

La muerte en el escenario de una guerra
de una epidemia
de un asilo
de un manicomio
de un teatro viejo
de una película nueva
al final de una novela
al principio de un juicio
enmedio de una condena
y al ejecutar la condena.

La muete de un necrófilo
de un santo
de un demonio
de un Dios
de un mito
de una bonita y tierna historia
de un infinito
de una eternidad
de un perro flaco
de su dueño
del vecino
del amigo
de un gallero
de un virus en las garras de un antibiótico
de un hombre en las garras de otro antibiótico
de una población en las garras de un médico
de un médico en las garras del tiempo
de un cobarde ante un reclamo
de un valiente frente a un desafío
de un desafío entre dos cobardes
de un proyecto ante un escéptico
de un escéptico ante un buen resultado
de una duda ante un dogmático
de un dogmático con muchas dudas
de un 1 que deja paso al 2.

Muerte que se huye
que se afronta y
se prepara.
Que se muere.

Muerte es demasiado
es todo
no es nada
es algo.

Tan real como los que en ella se han ido
tan real como el recuerdo que
nos han dejado
tan real como la muerte
de un momento en que muere
el tiempo
el papel
los pensamientos
las palabras
la muerte misma
y este texto.

(Este escrito lo presenté como un trabajo escolar en el curso de Filosofía Antropológica que impartió, a mi generación de Ciencias de la Comunicación en el ITESO, el doctor Luis Morfín López quien, para fortuna nuestra, aceptaba reflexiones en cualquier formato).
(La imagen se obtuvo de: http://festividadespureperoblog.blogspot.com/).