sábado, 11 de mayo de 2013

Inicia año jubilar para celebrar el 150 Aniversario de la diócesis en Zamora


Publicado en La Voz de Michoacán:
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Por Erika Aguilar Domínguez / Corresponsal

Zamora, Mich. 08 de mayo– Con una misa concelebrada en donde participaron sacerdotes, laicos e integrantes de grupos étnicos de la región, es que se dio inicio al año de Jubileo para celebrar los 150 años de la Diócesis de Zamora; evento en el que participaron párrocos del más de centenar y medio de iglesias pertenecientes a la diócesis, quienes junto con la feligresía buscarán la oportunidad de reelerse en Dios, esto por medio de la evocación del ejemplo de Jesucristo, sumando e incluyendo a todos para servirles, en especial a la raza purépecha a la que no se ha incorporado como se debe a la iglesia.

Así lo indicó en la homilía el Obispo Auxiliar de Zamora, Jaime Calderón, quien resaltó que el Jubileo de la diócesis es una oportunidad de gracia para reelernos desde Dios, para tomar conciencia de su amor constante en la vida. Tiempo de evocar la historia y dejar que él la interprete, para sentirse convocados por el Señor a la comunión, provocados por él hacia adelante en la esperanza, como Iglesia Compasiva y solidaria.

Durante la celebración se explicó que la historia diocesana ha sido narrada muchas veces, destacando personalidades, acontecimientos, grandes obras y aciertos, pero también conflictos y desencuentros; por lo que en la celebración jubilar se intentará de nuevo narrar los primeros ciento cincuenta años de vida como diócesis, pero ahora, permitiendo que el Resucitado acompañe y ayude a releer esta historia en clave salvífica.

Se recordaron los tiempos de violencia y muerte que vivió la diócesis durante la revolución y la cristiana, la que dejaron sudor y sangre igual que en el resto del país, pero que también dejaron mártires, beatos y un renacimiento en la fe, para después venir grandes cambios en los que participó la diócesis Zamorana, la segunda formada en el Estado después de la de la capital Michoacana.

“No siempre los religiosos y religiosa hemos atendido a nuestro carisma. Lejos de ser signos del Reino, hemos perdido la ‘sal’ y hemos puesto la seguridad en nuestras estructuras, dejando que se nos escape la frescura del evangelio que nos pide simplicidad. Hemos sido llamados a seguirlo sin alforja, in sandalias, pero a veces, junto con otros sacerdotes nos hemos sentido una casta privilegiada por encima de los demás. 

A veces aparecemos ante el mundo demasiado preocupados y desgastados por asuntos internos, como enredados en nuestros hábitos y sotanas”, destacó Jaime Calderón. El obispo auxiliar indicó que se deben a la gente, la que se preocupa y ocupa de ellos, además de que se debe recuperar su condición de servidores, para que con ello resurja entre los y las jóvenes el interés de consagrarse a Jesuscristo.

“No hemos incorporado como Iglesia la riqueza de nuestros hermanos purépechas. Sus tradiciones ancestrales, su profunda religiosidad y sentido de comunidad. No hemos sabido escucharles como les escuchó Fray Jacobo Dacianao. Hoy tenemos como iglesia la oportunidad de renovar nuestra vocación de escucha, de desarrollar la capacidad de atención escuchante. Sabemos que la tentación de decir últimas palabras está siempre latente, el riesgo de ser una Iglesia que cree tener todas las respuestas, que alecciona antes de escuchar. ¿No fueron los primeros 30 años de Jesús precisamente tiempo para escuchar a la humanidad?”,

También se destacó que hay espacios y lugares donde los valores del reino de Dios no han transformado desde lo profundo las formas de convivencia humana, el trabajo y la educación, de ahí la necesidad de evangelizar en todos los sentidos a la población, para lo que también es necesario reconocer las fallas, lo que no es humillante para la iglesia y sus representantes, sino un acto sanador, con el que se encontrara la misericordia de Dios para mirar hacia adelante y caminar donde el Señor lo considere.

“El jubileo deberá confirmar entre los cristianos de hoy la fe en el dios revelado en Cristo, sostener la esperanza prolongada en la espera de la vida eterna, vivificar la caridad comprometida activamente en el servicio a los hermanos. Necesitamos volver a lo esencial. La preocupación de Jesús fue siempre y en primer lugar el sufrimiento de los demás, y allí anunciar la vida nueva que el Padre ofrece gratuitamente. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno”, leyó el obispo el texto que integraran diversos sacerdotes que formaron el comité pro celebración del jubileo diocesano Comisión Profética.

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