miércoles, 16 de enero de 2013

Poesía de Luis G. Franco - El muchacho del Siglo XXI

EL MUCHACHO DEL SIGLO XXI

El muchacho cantaba en la colina:
la guitarra, la rosa, la vida.

El mundo era bello
nacido de la luz y el amor.

El muchacho era el primer muchacho
el amor era el primer amor.

Todo era del color de las manzanas
el mundo era su casa.

Pero sonó el cuerno trágico
la hora de las sombras
avanzando amargas, duras, negras.

La guerra, la tormenta
la muerte cabalgando sobre los sueños
más claros, degollando auroras.

Clarines de odio, tambores de venganza,
silencio cómplice
música muerta
ejércitos de bestias
tigres y chacales
cuervos y hienas
fauces y uñas, garras y lenguas
voraz envidia de la vida
odio de la belleza
bajo la tromba surge la lava
olas de fuego todo se tragan...

La Campana ingenua
sola en la tarde
sola, triste, niña perdida
en la selva
de la mentira y la tristeza.

Ha comenzado el siglo veintiuno
los mares iracundos por encima
de los continentes, encrespados,
los hombres corriendo, huyendo
trepando, llorando
una manada de leopardos
ruge en la sangre oscura
del crepúsculo
nadie sabe de nadie
las computadoras persiguen al muchacho
de la guitarra
las armas y las armas
sólo las armas.

Pero a la vuelta de la tarde
otra vez la guitarra.

El muchacho en la colina
anuncia que ha empezado
una nueva canción
y la canta:
amamos la vida, las flores y las plantas
odiamos el odio
anudemos el tiempo y las rosas
a las cuerdas de la guitarra.

Somos los hombres nuevos
hombres del siglo venidero
muchachos de hoy
embriagados por la música del rock
perdidos en los pasillos oscuros
de la marihuana
hijos de la catástrofe
sin hogar y sin patria
ni madre.

Fuimos engendrados por la duda
y el miedo cobarde
nos ven avanzar
y abandonan las calles
¿Para qué queremos
las ciudades?

Buscamos un corazón
entre sacos de basura
entre chatarra de risas falsas
de sudor apestoso
y lágrimas hipócritas.

Buscamos un amigo
uno solo
que comparta las lágrimas
las duras lágrimas
del siglo veintiuno
y nos dejan solos
nadie tiene una palabra
todos están mudos
callados
silenciosos
amedrentados
por nosotros
porque cantamos
porque vivimos
porque amamos
porque fumamos
porque vagamos
porque hablamos
porque existimos.

¿Qué hicimos para ser tan repugnantes
a todos?

¿Qué hicimos?

Por eso bailamos
nos embriagamos
destruimos
avanzamos
con fingido
cinismo
dromedarios
paquidermos
forajidos
extranjeros
en el mundo
que no es nuestro mundo.

Canta, Canta, Canta
muchacho solitario
recién llegado
al siglo veintiuno.

Agosto 21 de 1975.

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