jueves, 3 de mayo de 2012

Tingüindín: templo parroquial, capillas y hospitales II - Texto de don Ramón Pulido Pardo - Fotografías de Luis Francisco Duarte Medina




El Dr. J. Guadalupe Romero, en su obra “Noticias para formar la historia y la Estadística del Obispado de Michoacán”, impresa en el año de 1862, nos informa lo que sigue:

“En fines del Siglo XVI ya tenía párroco del clero secular”.

“El curato era extenso y poblado, hoy ha perdido mucho con la separación de Cotija”.

“Como este pueblo ha querido sostener hace mucho tiempo una competencia con Cotija, también su vecindario se ha empeñado en componer la iglesia matriz y al efecto se están construyendo altares de muy buen gusto”.

“La capilla del antiguo hospital de indios y otra más pequeña que tiene el camposanto, son los únicos templos que existen, además del parroquial”.

Ya por entonces, según vemos, solamente quedaba uno de los dos hospitales. De las dos capillas no haya la fecha ni el menor vestigio.

En cuanto al camposanto que ocupaba el atrio actual del tem­plo, y lo que ahora son las casas, frente a la entrada principal del mis­mo templo, en la calle de Matamoros, fue cambiado al lugar en que actualmente se encuentra, al ponerse en vigor las Leyes de Refor­ma, poco después del año de 1857.

Sigue relatando el Dr. Romero:

“El Padre administra su feligresía con dos vicarios”.

“En el orden eclesiástico le están subordinados los pueblos si­guientes:

“Atapan. –Tiene una capilla dedicada al Apóstol Santiago. Dis­ta cuatro leguas de Santa Ana Tzirosto, en donde existe convento de Agustinos”.

“Pamatácuaro. –Su iglesia está dedicada a San Juan”.
“Tacátzcuaro. –Su iglesia tiene como su patrono a San Miguel".
"El curato de Tingüindín linda con los de Cotija, Patamban, Cha­rapan, Tarecuato y Los Reyes”.


Don Ramón Sánchez, en su “Bosquejo Estadístico e Histórico de Jiquilpan”, impreso en el año de 1896, escribe lo siguiente:

“Cerca del año de 1800 (fue en el año de 1799), un incendio, destruyó el templo y casa habitación del párroco de Tingüindín, pe­reciendo entre las llamas, por querer sofocar el fuego, el Teniente de Justicia, Don Julián N. (alias “el chato”).”

“El archivo eclesiástico se quemó totalmente”.

“Por muchos años y solamente con ligeras reparaciones, para bo­rrar las huellas del incendio, se siguió utilizando para el culto el mis­mo templo”.

Del día 20 de enero de 1872, hasta el 24 de junio de 1902, fue Cura Párroco de Tingüindín, el Sr. Pbro. Don Agustín Cacho, de tan grata memoria para nuestro pueblo.

Él acometió de lleno, no precisamente la reparación del templo, sino propiamente la nueva construcción del actual, pues solamente utilizó del que se había incendiado, el lugar en que había estado edi­ficado.

Personalmente hizo el trazo del nuevo, con muy buenas medidas; y desde luego con mayor extensión que el templo anterior.

Trabajó incansablemente en esa obra, hasta el año de 1902, en que ya muy anciano dejó las atenciones del curato, sin haberlo visto terminado, pero sí habiéndole concedido Dios, la gloria, de haber asis­tido a su bendición, y dedicación al culto, como su Patrona, de la San­tísima Virgen de la Asunción.

Al dejar el curato el Sr. Pbro. Don Agustín Cacho, fue nombra­do en 1o de julio de 1902, y hasta septiembre 21 de 1913, el señor Pbro. Don José Sánchez, teniendo como Vicario a su hermano el Sr. Pbro. Don José María Sánchez, ambos de la ciudad de Sahuayo, y también muy trabajadores y con grandes proyectos para continuar la construcción del templo.

Principiaron cambiando los anticuados techos por magníficas bó­vedas de mampostería, y alcanzaron a dejar terminado el anillo don­de descansa la cúpula central. Y dieron también un paso muy en firme, al dejar terminada la fachada principal del templo, totalmente cons­truida de cantera, aunque de un estilo arquitectónico un poco dife­rente al resto de la construcción del templo.


La fecha que se grabó en el frontis, como de la conclusión de esas obras, fue del año de 1907.

En noviembre 10 de 1913, vino a desempeñar el curato de la Vi­lla, el Reverendo Padre Don Ignacio Custodio, S.J, quien como ya lo dijimos, siendo hijo de Tingüindín, y con muy grande cariño para su pueblo, fundó con la cooperación de las Hermanas Religiosas del Sa­grado Corazón, un colegio para niños y niñas, en la que se llamaba “casa del asilo”, y que fue precisamente una de las fincas incendia­das en 1917, por las chusmas de Chávez García.

Al Padre Custodio se le debe la construcción de uno de los alta­res de cantera, en uno de los cruceros y el principio, más o menos la mitad, del altar frontero.

En el año de 1918 vino al curato el señor Pbro. Don Manuel Ga­ribay. En el año de 1919 el señor Pbro. Don Luis Amezcua, quien mandó hacer la fundición de la campana mayor de la parroquia.

De los años de 1921 a 1925, desempeñó el curato el señor Pbro. Don José García Morfín, quien reparó la sacristía que se había quema­do en el año de 1917; cambio el material de adobe de los arcos de los cruceros, para darles la resistencia de mampostería; y se enfrentó a las obras de la construcción del nuevo altar mayor, pues con el incen­dio del templo el altar se había despegado de la pared maestra y por lo tanto hubo que hacerlo totalmente nuevo. Cuando' todavía no ha­bía terminado esas obras, fue destinado a otra parroquia, como diji­mos antes, en el año de 1925.

Es justo hacer constar en su honor, que la mayor parte del costo de las obras por él realizadas, fue de su propio peculio.

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