Un café, que en Tingüindín lo hay muy bueno, y no se diga un atole o un chocolate en leche, espumoso y saludable; o un atole elegido entre una gran variedad de sabores... Agua natural con sabor a barro, vertido desde un cántaro que además la refresca. O, si se quiere, como elemento decorativo para la vitrina rústica del comedor mexicano.
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