Nació en el pueblo de Ecuandureo, Michoacán. (situado a unos 20 kms. de Zamora) el 5 de noviembre de 1862. Fueron sus padres Fernando Castellanos (de oficio sastre) y Lugarda Castellanos, ambos fervientes cristianos. Fue bautizado, recibió la Primera Comunión y acolitó en la Parroquia del pueblo. En la escuela del mismo hizo sus primeros estudios. A los seis años quedó huérfano ya que doña Lugarda, su madre, murió en 1868.
De niño fue un chico normal, un poco tímido y con escasas dotes para el deporte. Sin embargo siempre contó con amigos, tanto en Ecuandureo como en Zamora. Entró al Seminario Conciliar de esa ciudad el 15 de enero de 1875. Sin haber sido un estudiante extraordinario, sin embargo sí sobresalió entre sus compañeros y se distinguió por su aplicación, por su puntualidad, por el respeto a sus maestros y compañeros y en general por sus buenos modales.
Fue estudiante externo durante ocho años, pues la precaria situación familiar exigía ahorrar lo más posible. En sus ratos libres se dio a la tarea de remendar las camisas y pantalones de niños pobres de Zamora, aprovechando los conocimientos que adquirió en la sastrería de su padre. Ya desde esos años empieza a manifestarse su amor a los pobres, que sería una de sus notas distintivas.
Se ordenó sacerdote el 20 de marzo de 1886 y en 1889 fue nombrado Párroco de su pueblo natal. Sus paisanos le tuvieron especial afecto por su celo pastoral, por su amor a los pobres, por quienes literalmente se quedaba sin camisa, por su educación y atención con todos. Fundó una escuela dirigida por religiosas y la Asociación de San Francisco Javier, grupo mutualista para obreros, uno de los primeros frutos del despertar social encabezado por el Papa León XIII.
Otra de sus grandes realizaciones fue la construcción de las bellas torres de cantera roja que coronan el templo parroquial y que se ven desde muchos kilómetros antes de llegar al pueblo.
El día que lo nombraron profesor y Rector del Seminario de Zamora después de 15 años como Párroco los habitantes de Ecuandureo lloraron su partida y se sintieron huérfanos.
En el Seminario permaneció hasta su partida como Obispo de Tabasco. Su nombramiento para el cargo se dio el 29 de abril de 1908. El 27 de septiembre de ese mismo año fue consagrado Obispo en la ciudad de México. El 5 de octubre toma posesión de su sede.
Tabasco era en ese entonces un estado "dejado de la mano de Dios" con mucha riqueza natural, pero también mucha pobreza material, cultural y sobre todo espiritual. La hostilidad hacia la Iglesia era patente en muchas gentes, tanto entre los funcionarios del gobierno como entre los maestros y aun entre la gente común.
Pronto su espíritu sencillo y humilde que se manifestaba hasta en su pobre vestimenta le fue ganando a las personas de todas clases sociales. Fundó con sus propios medios una escuela para obreros y dio clases gratuitamente en el Instituto Juárez.
Administraba los sacramentos (bautizos, confirmaciones, matrimonios, funerales) en forma gratuita a las familias pobres, visitaba constantemente a los enfermos y además de los consuelos espirituales les llevaba alimentos, ropa, medicinas, etc.
En el año de 1912 hubo una epidemia de peste en Tabasco. El número de los enfermos era tal que en Villahermosa (entonces llamada San Juan Bautista) los hospitales estaban llenos a capacidad, los médicos no se daban abasto para atenderlos y morían en cantidades enormes.
El Obispo vendió los muebles y enseres de la casa episcopal para aliviar las necesidades de la gente enferma. Pasaba la mayor parte de su tiempo en esos días visitando a los postrados en cama, tanto en los hospitales como en sus casas, sobre todo a los más pobres. Consecuencia de esta actividad fue que se contagió de la peste y pasados unos dolorosos días murió en paz y tranquilidad el 19 de mayo de 1912.
La prensa tabasqueña señaló que nunca se había visto tanta gente en un entierro como en el de Don Leonardo. Aparte del pueblo católico y sus escasos sacerdotes se disputaron el honor de llevar en hombros el ataúd grandes funcionarios del gobierno, dirigentes de organizaciones, finqueros, maestros, etc. Se hicieron presentes muchos liberales , masones, protestantes y gente sin religión. Todo Tabasco lloró su muerte y aun hoy se ve el amor , la admiración y la devoción que le profesan por los cientos y cientos de tabasqueños que todos los años llegan a visitar su tumba en Ecuandureo.
Gracias a las gestiones del Sr. Enrique Ruiz Pérez y el apoyo del gobernador de Tabasco Francisco J. Múgica (michoacano y ex alumno del Sr. Castellanos en Zamora) se logró que se trasladaran los restos del Venerable. Obispo a su tierra natal. Ahora reposan en un crucero de la Iglesia Parroquial de Ecuandureo.
La causa de Beatificación del Siervo de Dios fue aprobada por la Santa Sede el 1º de junio de 1949 y va avanzando con buenos augurios. Por lo mismo EN PRIVADO podemos dirigir nuestras oraciones al Sr. Castellanitos (como cariñosamente se le conoce en su tierra) con la esperanza de que pronto lo veamos en LOS ALTARES.
Texto obtenido de la página web: Venerables y Siervos de Dios en México: Venerable Leonardo Castellanos y Castellanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario