sábado, 1 de diciembre de 2012

Hijos distinguidos de Tingüindín I - Texto de don Ramón Pulido Pardo


Nacidos en Tingüindín, que se distinguieron en diferentes campos de la actividad humana, y que ya fueron juzgados de Dios, sin poder nombrar a todos los que merecieran recordarse, por no haber memoria de muchos, mencionaremos los siguientes:

Ilmo. y Revmo. Sr. Dr. Don Francisco Mendoza Herrera, muchos años Rector del Seminario Conciliar de Zamora, Canónigo y Gobernador de la Mitra, de la catedral de la misma ciudad; después Obispo de Campeche y finalmente Arzobispo de Durango.

De él se refiere una anécdota, que seguramente bastaría, si no hubiera poseído muchas otras virtudes, para comprender su valor y su patriotismo de verdadero mexicano.

No podríamos probar su autenticidad histórica, lo conocieron personalmente, y nos la refirieron hace muchos años, nos aseguraron que fue como la vamos a relatar.

Cuando la revolución villista estaba en todo su apogeo por el norte de nuestro país, por el año de 1915, tomó posesión de la ciudad de Durango, el general Manuel Chao, lugarteniente del famoso guerrillero Pancho Villa. Manuel Chao, mandó poner prisionero al señor Arzobispo y le exigió, como se estilaba entonces, es decir no con razones ni buenas palabras, sino con la amenaza del “paredón”, a que debería entregarle inmediatamente, medio millón de pesos.

Habiendo tenido conocimiento de esa aflictiva situación del señor Arzobispo, el Cónsul de los Estados Unidos en Durango, que lo estimaba mucho, le ofreció inmediatamente su intervención y protección bajo la bandera de su país, para evitarle los riesgos de las amenazas de Chao.

El Señor Arzobispo agradeció tan generoso y espontáneo ofrecimiento de ayuda, pero lo declinó de plano, diciéndole al Cónsul: “que las diferencias entre mexicanos, deben de arreglarse precisamente entre mexicanos, a costa de cualquier riesgo”.

Y ahora, muy recientemente, se ha publicado otra anécdota, en que intervino el señor Arzobispo Mendoza:

En el diario metropolitano "Excélsior", en su numero 14,344, del martes 15 de enero de este año de 1957, se publicó un artículo del señor Rodolfo Nervo, hermano del gran poeta nayarita Amado Nervo en que se da a conocer la anécdota a que nos estamos refiriendo y que seguramente es histórica, ya que es relatada por el propio hermano del inspirado escritor y poeta.

Por la fama de los buenos colegios que había en Jacona y en Zamora, en los últimos años del siglo pasado, y principios del que estamos viviendo, su madre, de Amado Nervo, recientemente viuda, vino desde Nayarit para educar acá a sus siete hijos.

Y relata Don Rodolfo Nervo:

“A nuestra llegada, durante la visita que mi madre hizo al Obis­po de la diócesis (de Zamora) el Ilmo. Sr. Dr. y Lic. Don José Ma­ría Cázares y Martínez, le dijo éste, felicitándola por su valiente determinación de llevar a sus siete hijos a educar tan lejos de la ciudad natal: "Señora, la admiro a usted y la apruebo totalmente. . .”

Zamora, de entonces, era la verdadera ciudad levítica, de que siempre ha tenido fama.

Y sigue diciendo: “En tal ambiente moral se desenvolvió, pues, la aspiración religiosa de Amado Nervo; y cuando terminados los estudios preparatorios de “Facultades Menores”, como en el Semi­nario Conciliar de Zamora se les llamaba (y mermado el patrimonio de la familia por las costosas colegiaturas de internado de los siete educandos, durante tantos años) nuestra madre decidió regresar a la ciudad natal”.

"Amado, solicitó de sus superiores la “primera tonsura” eclesiástica grado preparatorio para recibir las órdenes menores, y de­mostró así su voluntad de partir del Seminario señalado ya exteriormente para el sacerdocio".

“Su confesor y director espiritual, el canónigo y doctor Don Francisco Mendoza, Gobernador de la Mitra, hombre sabio y “ humano”, gran letrado, que conoció el alma del poeta, le dijo: “Vuel­ve a tu Tepic con tu familia; lleva la vida de tu edad, sin descuidar tus estudios y prácticas religiosas; y si pasado un año sientes la mismas voluntad para el sacerdocio, regresa a Zamora, y yo dispondré tu tonsura”.

Sabido es que Amado Nervo, no fue sacerdote, pero sus primeros años de instrucción en los colegios de Jacona y Zamora, seguramente influyeron de una manera decisiva en su vida, y en el fondo de sus sentimientos, pues dejó raudales de belleza en sus pensamientos sublimes, en su inspirada y sentida poesía.

El señor Arzobispo Mendoza, tuvo razón, se asomó con acierto y su sabiduría, al fondo del alma de Amado Nervo. . . !

El señor Pbro. Don Manuel Pedroza, hijo también de Tingüindín  fue a ejercer su sacerdocio a la diócesis de Durango, durante la estancia en esa ciudad del señor Arzobispo Mendoza. En Durango falleció el Padre Pedroza.

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