miércoles, 15 de febrero de 2012

Virgen Santísima de la Asunción en Tingüindín V - Texto de don Ramón Pardo Pulido - Fotografía de Luis Francisco Duarte Medina


En tiempo en que estuvo al frente del Curato, el Reverendo Pa­dre Don Ignacio Custodio, S.J., años de 1913 a 1918, se procuró hacer una nueva imagen de la Asunción, exactamente como la del señor Cu­ra Cacho, pues todavía trabajaba el maestro España, y como antes he­mos dicho, él conservaba en un molde de yeso, el rostro y el busto de la imagen primitiva, y tanto la nube, que servía de trono, como algu­nos de los angelitos, estaban aquí en Tingüindín

Se logró y llegó a venerarse la nueva imagen, pero solamente por unos dos años, pues a la entrada de las hordas del bandolero Inés Chá­vez García, en el año de 1917, el incendio de la casa del Asilo, anexa al templo, y que era entonces el colegio parroquial, pasó hasta la sa­cristía y gran parte del altar mayor.

El cuerpo de la imagen se salvó, en esa ocasión, porque unos días antes, había sido desprendido de su trono en la nube, y se había ba­jado de su camarín en el altar mayor, para arreglada y asearla con motivo de que estaba próxima su festividad del día 15 de agosto; así también algunos de los angelitos, que habían .sido desprendidos de la nube, con el mismo motivo de arreglo y aseo.

Como para ejecutar esos arreglos y limpieza, estaban comisiona­das las hermanas señoritas María Luisa y Cleotilde Rodríguez, que te­nían su casa, precisamente enfrente del costado del lado derecho del templo, se salvaron del incendio la imagen y algunos angelitos; no así la nube y los angelitos incrustados en ella, que había quedado en su lugar en el templo, y que fueron reducidos a cenizas.

Como ya dijimos anteriormente, de los años de 1921 a 1925, estu­vo al frente del Curato el señor Pbro. Don José García Morfín, quien aparte de algunas otras obras de que ya hicimos menci6n, empren­dió en firme el trabajo de la reparación del altar mayor del templo, incendiado en 1917, pero mientras esos trabajos se realizaban y ter­minaban, se construyó un altar provisional de madera, que tuvo que durar en servicio muchos años, y en ese altar provisional fue coloca­da la imagen de la Asunción.

El señor Cura García Morfín se fue de Tingüindín, año de 1925, sin ver terminada la obra que él había iniciado, del altar mayor.

El señor Cura Don Alberto Pérez, al recibir el cargo del curato de esta parroquia, el día 12 de julio de 1925, pudo continuar dichas obras, en el altar mayor. Y ya para finalizarlas se retiró de Tingüin­dín, en el año de 1934.

Fue, pues, al señor Cura D. Emilio Avalos, al que correspondió ver totalmente terminadas las. obras del altar mayor y hacer comple­ta su decoración.

En tantos años y en los varios cambios de lugar, que hubo necesi­dad de hacer con la imagen de la Asunción, sufrió la escultura algu­nos desperfectos, y entonces el señor Cura Avalos, al igual que otras esculturas del templo, las llevó para su arreglo a Zamora.

El trabajo fue encomendado al escultor, pintor y decorador, Es­teban Rivera. Se cambió a la imagen la nube que le sirve de tro­no, tomando como modelo para ejecutar el trabajo de escultura en madera, la fotografía de la nube de la imagen de Querétaro, es decir la del señor Cura Cacho.

En ese arreglo se le cambió también un resplandor que era de ma­dera, en color dorado, por la aureola que ahora tiene la imagen, y que fue ejecutado con materiales de plata, oro y pedrería. Fue encomen­dado ese trabajo al maestro orfebre, de Guadalajara, señor Manuel Peregrina, habiendo tenido un costo de catorce mil pesos.

La imagen fue traída de Zamora, terminados esos arreglos, el día 15 de agosto de 1948. Todavía no había la carretera actual de Jaco­na a Tingüindín; había solamente una brecha que se arreglaba cada año al terminar la temporada de lluvias. Se trajo la imagen en un camión; saliendo de Zamora a las cuatro de la mañana. Al pasar por Los Laureles, como a las nueve de la mañana, se arregló con mu­chas flores el camión; flores que llevaron los vecinos de Guátzcua­ro. Se formó una valla de varios kilómetros, a uno y otro lado del ca­mino con vecinos de Chocandirán, San Juanico, Mercado y muchos ya de Tingüindín, que llegaron hasta ese lugar al encuentro de la imagen.

El señor Cura Avalos, con mucha concurrencia de vecinos del pueblo, y los que ya venían desde Los Laureles, salió a recibirla a la orilla del pueblo.

Y en el templo parroquial esperaba su llegada, para hacer la ben­dición solemne de la imagen el Ilmo. y Revmo. Sr. Dr. Don Salvador Martínez Silva, Obispo Titular de Jasso y Auxiliar de Zamora, en ese entonces.

Para la Navidad de ese mismo año de 1948, las obras realizadas por el señor Cura Avalos, en el templo parroquial, especialmente en su interior habían sido terminadas: la hermosa y atrevida cúpula; sus altares laterales; la decoración; sus ocho cuadros mural es; su alum­brado de reflectores; comulgatorios y cancel de su puerta principal, tallados en madera de cedro, etc. etc.

Y entonces para la ceremonia de su bendición, vino a invitación del mismo señor Cura Avalos, el Ilmo. y Revmo. Sr. Dr. D. José Ana­ya y Diez de Bonilla, Obispo de Zamora, acompañado de altos digna­tarios eclesiásticos de la misma ciudad, asistiendo muchos sacerdotes de todas las poblaciones de los alrededores.

Predicó en tan solemne ocasión, el Ilmo. Sr. Dr. D. Ramiro Vargas Cacho, hijo de este pueblo de Tingüindín.

Parece que la imagen de la Virgen de la Asunción, tal como fue tallada, es decir la que actualmente se venera en el templo de Tin­güindín, está inspirada en un cuadro famoso de Tiziano.

Es justo e importante informar que, independientemente del cul­to especial y dedicación del templo y del pueblo, como ya hemos di­cho, a su Patrona la Virgen de la Asunción, hay en su parroquia el culto a otras imágenes, como se acostumbra en todos los pueblos cató­licos, con sus festividades acostumbradas en sus días, habiendo espe­cial devoción, para el Cristo de la Redención; Nuestra Señora del Sa­grado Corazón; la Virgen Santísima de Guadalupe, y aún más es­pecialmente, pues tiene dedicado un bello altar, la Virgen de la Meda­lla Milagrosa.

El señor Cura Don Emilio Avalos, obtuvo con fecha 27 de julio de 1936, la aprobación y autorización correspondientes, de las Autori­dades Eclesiásticas, del Obispado de Zamora, para ese culto a la Vir­gen de la Medalla Milagrosa, y la formación de una asociación reli­giosa, con la misma advocación.

Adquirió el mismo señor Pbro. Don Emilio Avalos, una muy her­mosa escultura de la Milagrosa, que es la que actualmente se venera, como decíamos, en un altar lateral de1 templo, especialmente dedica­do a su culto; y cada mes los días 27, son dedicados a su festividad.

(Nota del Editor: el texto fue obtenido del libro "La Historia de Tzingüichuri (Tin Güin Din) (Tirindini)", páginas 119 a 122. La edición data de 1957 y fue impresa en los talleres de Impresiones Precisas Alfer, en México, D.F.).

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