lunes, 4 de julio de 2011

Apuntes para la Historia de la Villa de Tangancícuaro III - Martín Sámano Magaña

Época prehispánica

En la obscuridad de los tiempos prehispánicos se pierde todo vestigio del origen racial y lugar de procedencia de los primeros grupos humanos que habitaron las ribera del lago que,
probablemente, fue hace muchos siglos lo que es hoy el risueño y fértil valle de Tangancícuaro1.

En el área comprendida entre el pie de las lomas de Junguarán y el manantial del mismo nombre, se encuentran huellas de tribus
aborígenes que vivieron ahí, o clanes que transitoriamente lo habitaron. En diversas excavaciones realizadas en dicha área se han encontrado, además de restos humanos, ídolos de piedra y objetos de cerámica cuya manufactura revela ser de inferior calidad que la de los mismos objetos hallados en la parte baja del valle, cercana a la ribera de la laguna, donde posiblemente muchos años más tarde habitaron los indios purépechas: idénticas reliquias a las primeras, suelen aparecer al oriente del Cerrito, montículo que separa la Villa de Tangancícuaro del maravilloso
lago de Camécuaro, de lo que lógicamente se desprende que,
antes de la llegada de los purépechas a la región,
ésta estuvo habitada por tribus de cultura inferior.

En el transcurso de los siglos y debido a las frecuentes avenidas del
arroyo de Espejo, seguramente muy copiosas en aquellos tiempos, de
las corrientes pluviales del río Cuineo (hoy Duero)2 y de las
procedentes del rumbo de Tlazazalca, todas las cuales arrastraban
grandes cantidades de aluvión; el lago a que aludo en este capítulo
quedó convertido en una laguna, orleada de espesos tulares y de
frondosos sauces, donde abundan los peces y las aves lacustres
(hace menos de cincuenta años existía aún el último rastro de la
laguna, en el lugar llamado los Ruices).

Notas:
1. Aunque parezca exagerada la hipótesis sobre la existencia del lago
a que nos referimos, de su exactitud  dan testimonio los mantos
de aluvión y cantos rodados que se encuentran en los profundos
estratos del subsuelo del valle, al perforar la mayor parte de los pozos
artesianos con que se riegan sus partes más altas.
2. Cuineo es el nombre del principal manantial que da origen al Duero
y que en tarasco significa “Dormido”.

En la imagen: fotografía de El Cerrito, mencionado en el texto,
publicada en el propio libro.

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