sábado, 30 de abril de 2011

CRI PROMOTÓN Centro de Rehabilitación Infantil de Zamora - Forjadores de esperanzas II - Jaime Ramos Méndez



Los cuerpos nacen rotos o se rompen en el camino. Las bisagras se cansan de abrir y cerrar, asir y soltar. 

Los pasos se aletargan en la cuesta interminable del ocaso o simplemente no se dan desde la alborada. Las ventanas al mundo nacen con postigos remachados y la vida se alarga como un túnel infinito sin luces ni sonidos. El aislamiento es el destino de ningún sendero y el hogar, un limbo inexplicado, inexplicable, ininteligible.

Al tacto suave una mano entra en contacto y se torna expresiva. Sonríe en caricias y apretando reprende. 
Navega entre dedos, sujeta y se desvanece en ausencias. Retorna, saluda, juguetea y lamenta. Abre la puerta prodigiosa de un lenguaje que hace puente, desmonta en la oscuridad y traza senderos luminosos sin luz alguna; sinfonías de silencios abismales y palabras impronunciables.

Se ha creado, al contacto, el lazo, y la comunión prospera como una balsa de salvación. Surge el sentido en el caos, la organización del existir con otro, la conciencia del yo en la magia de la palabra “nosotros”. La soledad se resquebraja en un himno que estalla como el llanto al nacer.

El hueso ha quedado resquebrajado y el músculo perdió tono. Habrá que soldar con paciencia y mover la flacidez hasta que se torne firme. Entre la velocidad y el accidente un destino ha quedado en vilo y sobrevive tendido. Por algo se le ha dado una cruel segunda oportunidad. No ha vuelto a nacer porque no ha nacido así, como un hilacho desmadejado. No parte de cero. Está en números rojos.

Duele respirar y el movimiento de un solo dedo es celebrado en fiesta. El entumecimiento de piernas es un grito de esperanzas y su juventud, el único recurso para sostener un pobre venero de alegría. Es cuesta arriba y se ha quedado sin equipo. Nada en sí le responde. Por primera vez está en un cuerpo que parece ajeno y no le entiende ni le atiende.

Una mano vigorosa toma con firmeza la masa inerte y le muestra el movimiento de un trazo en el aire. Extrae un puño de paciencia de la mina de su generosidad y traza nuevamente. No hay respuesta ni se espera que la haya. Una tercer trazo presagia que aquella no será una sesión eterna, pero sí colmada de insistencia.

Termina el día y le seguirá uno más. El tiempo se sumará a cuenta gotas de movimientos que se repetirán como oraciones de un Rosario; como los durmientes que parecen pasar por debajo de este tren que no aparenta ir a ningún lado y nadie sabe nunca en dónde queda su próxima estación.

A la vuelta de una esquina inesperada la masa inerte se anima con el espíritu de un movimiento propio, apenas imperceptible, que se celebra con la conciencia de que pudo ser el único posible, sin más. Un despertar que pudo ser la antesala del letargo de un sueño prolongado hasta la desesperanza.

Amanece un día nuevo con un cuerpo tendido que no puede cambiar ni en su postura. Una mano vigorosa toma con firmeza la masa inerte y le muestra el movimiento de un trazo en el aire…

Regina

Regina, plan de Dios.
Nuestra alegría.
Anunciación.

Pequeña hermosa
baja la escalera
y dame un beso
de felicidad.

Dime que me quieres,
sabes que te adoro,
que eres mi estrella
en el cielo azul.

No te detengas
ábrenos la puerta
y nuestras ventanas
a la luz solar.

Detente un poco
no apresures el paso
porque no sabremos nunca
por dónde andarás.

Dinos que la vida
no es tan complicada
que podemos ser nosotros
a nuestro pesar.

Regina, niña hermosa
sola es tu sonrisa
toda explicación.

Niña,
pequeña niña intensa
inconmesurable
niña de verdad.

Regina preciosa
espérame un rato.
No he podido decirte
todo lo que hay.

A veces los sueños
parecen palomas
que vuelan con las alas
de tu libertad.

Tenme paciencia
soy un pobre diablo
que aún no ha estudiado
toda tu verdad.

Pero eso no importa,
Regina, mi niña,
estamos de acuerdo
para caminar
esa escalera cuesta abajo
para darte un beso
de felicidad.

Notas varias:

1. He titulado a esta colaboración, y a la que le precedió, “Forjadores de esperanzas”, así, en plural, aunque sé que la organización que promociona el Centro de Rehabilitación en Zamora es en singular. Una “corrección de estilo” le quitó el plural al primer texto, pero insisto en que se están forjando muchas esperanzas; muchas más que las de los propios “pacientes” (entre comillas porque son muy activos en sus tratamientos).

2. La primera parte del texto es una referencia a la vida de Hellen Keller, una mujer que, luego de nacer ciega y sorda, descubre el mundo de la mano de su Nana y maestra y llega a ser doctora en Filosofía, especialista en las teorías del conocimiento.

3. En un segundo momento, el texto está dedicado a mi amistad con la doctora Lucila Lemus, extraordinaria rehabilitadora que también cultiva muchos afanes muy esperanzadores.

4. Finalmente, he transcrito el texto de una canción que surgió a partir de mi primer encuentro con Regina, una preciosa niña Dawn, hija de mi amigo Jorge y de su esposa Irene.

5. Esta serie de colaboraciones tiene como afán recordarnos que el hecho de contar con un extraordinario Centro de Rehabilitación en Zamora es un privilegio pero también una responsabilidad comunitaria. Estamos en la recta final hacia su Promotón. Es una oportunidad generosamente compartida para participar en esta forja de esperanzas.

Texto publicado originalmente en el Semanario Regional Independiente Guía, en abril de 2009.

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